A unos pocos kilómetros de Patones, al norte de la Comunidad de Madrid, se encuentra un enorme cañón calizo de paredes más que respetables que se levantan más de cien metros sobre los meandros del río Lozoya. Este cañón representa la mayor escuela de Escalada Deportiva sobre caliza conocida en la Sierra de Madrid. Espectacular paisaje para escalar en uno de los rincones más recónditos de la Sierra de Ayllón.
Sabíamos que Patones era un lugar al que tarde o temprano tendríamos que visitar. Grandes paredones verticales y desplomados equipados con multitud de vías deportivas de gran dificultad. De entre todas ellas hemos encontrado alguna asequible para nuestro nivel en el Sector Párking, en la zona más elevada del Cañón.
Varios factores juegan en nuestra contra: Lo primero, el frío, mucho frío (estamos a 23 de diciembre); lo segundo, la sensación de vacío, vamos a escalar sobre unos cortados que se levantan más de cien metros sobre el fondo del cañón; lo tercero, que apenas tenemos práctica en escalada sobre roca caliza; y por último, que hace tiempo que no hacemos escalada deportiva, últimamente hemos estado más centrados en las técnicas de la escalada clásica, de hecho, vamos a escalar con doble cuerda y con cesta.
Iniciamos la jornada con la vía "La cordura de los locos" (V+), la primera a la que se accede desde el párking superior del cañón, una vía corta pero exigente. Después pasamos a la de al lado, "La locura de los cuerdos" (6a), con algún paso más complicado. Esta vía pudo conmigo, me caí varias veces y me corté el dedo. Pude comprobar lo cortante que puede llegar a ser la roca caliza bien erosionada.
Vía "Los derechos de los novatos", en el Sector Párking. |
Después nos fuimos a una vía más larga, "Los derechos de los novatos" (V). Sólo por el nombre de la vía teníamos que haberla descartado, no fuera a ser que ni siquiera pudiéramos con ella. Dany la subió primero pero no llegó a la reunión porque no le dio ninguna confianza el estado en que se encontraba aquel viejo mosquetón oxidado que hacía las funciones de argolla. Después subí yo de 2º todavía desmoralizado para hacer la maniobra de abandono de vía en el último químico antes de la reunión. Las pasé canutas, primero para recordar la maniobra, y segundo para pasar las cuerdas por el poco hueco que dejaba el químico.
Al final nos fuimos de allí "con el rabo entre las piernas", con una sensación muy frustrante, pero con la promesa de volver tarde o temprano dispuestos a escalar con otra mentalidad. Desde que practicamos con la escalada clásica nos estamos olvidando de las exigencias de la escalada deportiva, y este cañón nos ha hecho recordar que llevamos apenas año y medio escalando y que todavía nos falta mucho por aprender.
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