lunes, 25 de noviembre de 2002

Recursos Turísticos Valdeón, S. L.

A principios de año Marta y yo pusimos en marcha nuestro más ambicioso proyecto empresarial, "La Cesta Biológica", primera tienda de León especializada en Alimentación Biológica procedente de la Agricultura Ecológica Certificada. La tienda abrió sus puertas al público el 8 de abril, después de meses de estudio y trabajos de preparación.

Los gastos de constitución y puesta en marcha han sito tan costosos que para dar respiro al negocio durante sus primeros meses de funcionamiento he tenido que buscar alguna fuente de ingresos alternativa. Así que durante el verano me dediqué a enviar mi currículum a varias empresas en busca de trabajo. Una de ellas fue como en otras ocasiones Tragsa, con la esperanza de conseguir una contratación temporal para trabajar de guía o vigilante en el Parque Nacional de los Picos de Europa.

No hubo suerte, pero el 9 de septiembre recibí una citación de la Viceconsejería de Trabajo de la Junta de Castilla y León para una entrevista el 17 de septiembre. Por supuesto acudí a esa entrevista, en la que me entrevistó la propia viceconsejera en persona. Al parecer le llegó información de mi disponibilidad de la Oficina de Empleo, en la que detallaba mis preferencias para trabajar en el Medio Rural.

Una semana después de aquella entrevista recibí una llamada del gerente de la empresa Recursos Turísticos Valdeón, S. L. (RETUVAL, S.L.) para ofrecerme la posibilidad de trabajar en labores de mantenimiento y gestión del Camping "El Cares", en Santa Marina de Valdeón.


Nos citamos en Santa Marina a finales de mes para una entrevista de trabajo y conocer los detalles del puesto que se me ofrecía. Por supuesto acudí a esa entrevista, entuseasmado ante la posibilidad de trabajar por fin en los Picos de Europa, un sueño que llevaba persiguiendo desde hace años.

El trabajo consiste en llevar a cabo labores de mantenimiento de las instalaciones del Camping durante la temporada baja, y gestionar el Albergue "La Ardilla Real". Cuando hablo de gestionar, me refiero a atender todos los servicios del albergue: Alojamiento, bar y cocina.

Acepté el trabajo y las condiciones y acordamos que iniciaría los trabajos para la limpieza y el acondicionamiento del albergue el jueves 3 de octubre.


El trabajo me permite dos días a la semana para descansar, lunes y martes, que aprovecho para ir a León y llevar mercancía fresca a la tienda. Los miércoles por la mañana salgo para Santa Marina y allí me quedo hasta el domingo por la tarde. Durante esos días, planifico los menús para el fin de semana, atiendo el bar, mantengo el albergue limpio y visito a diario el camping para revisar las instalaciones, limpiarlo, podar los setos y recoger la hoja caída del otoño.

Excepto los fines de semana que vienen algunos excursionistas, paso la mayor parte del tiempo solo. De vez en cuando visito a alguno de los vecinos del pueblo, de los que he contado nueve, sobre todo a Josefa y Eusebio, que viven al lado del Albergue. Carlos es el más joven, más o menos de mi edad, y es propietario de la "Yeguada Cares"; de vez en cuando visita el bar y charlamos largos ratos. Por las noches duermo en una de las habitaciones del albergue y no tengo gastos de manutención, puedo comer lo que necesite de la despensa.

domingo, 1 de septiembre de 2002

Aproximación a Torre Cerredo (2.648 m.)

Torre Cerredo con sus 2.648 metros es la montaña de mayor altitud de los Picos de Europa, de la Cordillera Cantábrica y también del todo el noroeste peninsular, estando enclavada en el Macizo Central de los Picos de Europa o Macizo de los Urrieles, en la divisoria de las provincias de León y Asturias. Su cima, con un desnivel de más de 2.200 metros sobre el río Cares, el más acusado de la Península Ibérica, posee unas magnificas vistas del Macizo Occidental y de las canales que vierten sobre la garganta del Cares. Fue ascendida por primera vez el 30 de junio de 1.882 por Aymar d'Arlot de Saint Saud, Paul Labrouche, Juan Suárez y Francois Salles.



Sábado, 31 de agosto de 2.001. Por fín ha llegado el día de intentar la ascensión a la mayor elevación de los Picos de Europa, Torrecerredo. He dejado sola a Marta con la tienda en León y me he organizado este fin de semana con Raul Alfageme para llevar a cabo tal hazaña.

Nuestra intención es partir de Caín hacia Culiembro por la senda del Cares, subir por la Canal de Piedra Bellida hasta el Collado Cerredo, y continuar la ascensión por los Cuetos del Trave hasta el Jou de Los Cabrones, donde pernoctaremos en el Refugio "Jose Ramón Lueje". El domingo por la mañana saldremos a conquistar la cima de Torrecerredo con tiempo para que podamos regresar y descender de nuevo a Amuesa en el día. Serán dos jornadas maratonianas pero necesarias para poder estar de regreso el lunes.

Partimos de León a las cinco de la mañana para plantarnos en Caín con los primeros rayos del sol. Rápidamente preparamos los macutos y comenzamos a caminar por la Senda del Cares durante media hora hasta llegar a Culiembro. Cuando comenzamos a subir por los pendientes pandos de Culiembro enseguida notamos el fuerte calor que íbamos a pasar durante la larga ascensión. Y es que nos esperan más de dos mil metros de desnivel; se hace muy duro pensar durante la subida que cuando lleguemos al Collado Cerredo todavía estaremos a 1.454 metros de altitud (Caín está a 460 m. y El Cares a su paso por Culiembro todavía está más abajo).


El calor sofocante unido a la elevada humedad ambiental nos hace sudar a cada paso que damos. Aun así, con alguna que otra paradita para coger aire logramos avanzar mientras nos adentramos de lleno por la Canal de Piedra Bellida. Raúl sube con doscientas moscas revoloteando alrededor de su cabeza, es el "Señor de las Moscas"...


Al acercarnos al Collado Cerredo nos metimos de lleno en una espesa niebla que no nos permitió disfrutar del paisaje que ofrecen estos cortados. Lo preocupante ahora es que demos con la senda que sube por la Cuesta del Trabe porque no vemos nada, lo único que podemos hacer es dejarnos guiar por la marca de la senda y los hitos.


Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: A medida que íbamos ganando altura a punto de llegar a los Cuetos del Trave desapareció el terreno firme y afloró la roca viva, y claro, nos perdimos. La niebla es tan espesa que no nos deja ver ni una sola referencia, estamos totalmente perdidos y desorientados.


Decidimos seguir subiendo poco a poco extremando al máximo las precauciones y al poco tiempo oímos unas voces. Se trataba de un par de montañeros que precisamente buscaban el mismo objetivo que nosotros. Los cuatro juntos reunimos nuestros esfuerzos y tomamos la determinación de buscar hitos. Fuimos siguiendo hito tras hito hasta encontrarnos cientos de ellos por todos lados; al examinar uno de ellos pudimos comprobar que fueron puestos por los espeleolólogos para indicar las entradas a las simas.


Deducimos por tanto que debemos encontrarnos en algún punto al pie de los Cuetos del Trave, puesto que aquí se encuentran las simas más profundas de los Picos de Europa, varias de las cuales superan los mil metros de profundidad, y concretamente una de ellas, la Torca del Cerro, es la cavidad más profunda de España y la cuarta del planeta. Precisamente hace tres años un grupo de espeleólogos franco-español batieron aquí el record de España llegando hasta sus 1.589 m. de profundidad.


Perdidos y desorientados en medio de ninguna parte, de pronto vemos cómo asoman unos picos en lo alto:


Probablemente se trate de los Cuetos del Albo, pero ninguno de nosotros está lo suficientemente seguro. Se está haciendo tarde y pronto debemos encontrar alguna referencia mejor para dar con el refugio. Decidimos subir un poco más alto a ver si logramos salir de la niebla. Por fin, con las últimas luces del día logramos alcanzar el límite superior de la niebla, pero sin tener ni idea de por dónde andamos.


Lo único que podemos hacer ahora es buscar en medio de toda esta roca un buen lugar donde pasar la noche. Caminando casi a oscuras con los frontales puestos descendemos hacia lo que nos parece un circo o un jou donde suponemos encontrar algo de terreno firme.


Y allí perdidos los cuatro, Raúl, yo y nuestros colegas asturianos Carlos y Paco, improvisamos un pequeño campamento, cenamos y nos echamos a dormir en los sacos mientras contemplábamos el firmamento.


Al día siguiente amaneció con más claridad y pudimos observar todo lo que teníamos a nuestro alrededor.


Con ayuda de los mapas supimos entonces que nos hayábamos en el Jou del Agua, bastante desviados del Jou de Los Cabrones donde estaba el refugio. Comenzamos a caminar salvando todo tipo de obstáculos: Trepadas, destrepadas, simas... en algunos tramos tuvimos que hacer uso de cuerdas de seguridad. Y allí fue donde comencé a notar que algo no iba bien en mis rodillas, sentía un dolor muy intenso en los lados de la rodilla cada vez que descendía un paso.


Casi dos horas después de comenzar a caminar por fín dimos con el Jou de Los Cabrones. No nos extrañó entonces el nombre que le pusieron a esta zona. Y allí estaba el refugio. Yo lo único que deseaba era llegar, soltar la mochila y pedirle al guarda una pomada o algo que aliviara el dolor de mis rodillas.


Descendimos al refugio para descansar un poco, conocer al guarda y considerar nuestras posibilidades de alcanzar la cumbre de Torre Cerredo. Carlos y Paco lo descartaron desde un principio y decidieron descender a Bulnes. Raúl y yo no nos resignábamos a abandonar, pero lo cierto es que mis rodillas no estaban para más ascensión. Finalmente tomamos la decisión de abandonar.


Nos planteamos entonces la posibilidad de bajar por la Canal del Agua directamente a El Cares. A priori una bestialidad pero lo cierto es que el guarda no nos lo puso tan crudo; tan solo necesitaríamos unos 25 ó 30 metros de cordino para salvar el paso de la Canal del Agua a la Canal de Ría, y precisamente llevábamos suficiente cordino encima. Lo que teníamos claro era que descender de nuevo por la Cuesta del Trabe hasta Bulnes, Poncebos y Caín nos parecía una auténtica matada. Subimos al Collado del Agua y allí tomamos la decisión.


La bajada nos pone los pelos de punta, y a mí la tendinitis me hace ir más despacio de lo normal. Aun así, siendo ya la una de la tarde no podemos demorar más nuestra decisión y sin pensarlo más nos ponemos a bajar por la canal.


Pero al cabo de una hora de descenso vertiginoso nos encontramos con un grupo de montañeros cargados de material de escalada que nos advierten de lo complejo que va a ser cruzar a la Canal de Ría para evitar el cortado que termina con nuestra canal; de hecho uno de ellos nos confiesa que él nunca haría la Canal del Agua bajando. Entonces fue cuando nos entró el pánico: Las dos de la tarde y yo con una tendinitis aguda en las rodillas, o nos damos la vuelta para arriba o nos arriegamos a cruzar ese paso tan complicado.

Nos quedamos unos minutos pensándolo en silencio, ninguno de los dos sabíamos qué decir. Al final tomamos una de las decisiones más difíciles de tomar en la Montaña: Abandonar nuestro objetivo y retirarnos a tiempo.


Pasadas las tres de la tarde cruzamos el refugio y sin parar caminamos y caminamos por los Cuetos del Trabe. Al llegar a Amuesa tenía las rodillas tan destrozadas que no me atreví a descender por la Canal de Piedra Bellida. Optamos entonces por bajar hacia Bulnes e intentar llegar a Poncebos antes de que anochezca. Los dos éramos conscientes de que no llegaríamos a tiempo para regresar a León, de modo que llamamos por teléfono para advertir que tendríamos que pasar una noche más.


Tuve que "arrastrarme" literalmente por los pedreros de la Canal de Amuesa por aliviar en lo posible el dolor que me causaba la tendinitis en ambas rodillas. No podía caminar y me sentía mal por hacerle perder tiempo a Raúl que tenía que acudir al trabajo al día siguiente.


Al llegar a Bulnes se nos echó la noche encima y bajamos por la Canal del Tejo a oscuras y con los frontales. Cuando por fin alcanzamos Poncebos nos tiramos al suelo y dormimos unas cuantas horas.


Al día siguiente tardamos más de cinco horas en recorrer los 12 km. de la Ruta del Cares. Mientras caminaba aguantando el dolor pensé que mis años de locura montañera habían llegado a su final. Tengo ya 30 años de edad y noto que ya no tengo la misma capacidad y resistencia que tenía años atras. Es cierto que para subir Torrecerredo desde Caín hay que estar en plena forma, entrenar lo suficiente y estirar correctamente, y yo no lo he hecho. Tengo que pensar que si quiero aventurarme en rutas de este calibre, necesito entrenar, calentar, ponerme en forma y llevar bastón.

sábado, 20 de julio de 2002

Travesía por el Cornión (Macizo Occidental de los Picos de Europa)

La Torre Bermeja es la peña situada más al sur del Macizo del Cornión (Occidental) de los Picos de Europa. Con sus 2.393 m. de altitud ofrece una espectacular visión de Torre Santa (2.596 m.), del Mar Cantábrico, de Asturias y de la Cordillera Cantábrica. Su ascensión desde Posada de Valdeón supone salvar un desnivel de 1.465 m. Pero el paso por la Canal de Pambuches, Collado Verde y Canal del Bufón recompensa y mucho el gran esfuerzo físico.


Es la cuarta vez que realizo la ascensión a la Torre Bermeja y no será la última porque hoy por hoy es la ascensión más atractiva de las que conozco en los Picos de Europa. La subí por primera vez hace diez años, aquella ascensión en solitario el día 13 de agosto de 1992. Poco después volví a subirla acompañado de Carlos y Ricardo cuando planificamos una aproximación a Torre Santa. Y el 11 de julio de 1993 la subí por última vez durante aquella Travesía por el Macizo Occidental que hice junto a Alberto y Oscar.


En esta ocasión me acompañan Raúl y David (los hermanos de Carolina) y dos montañeros más que se han apuntado para la ocasión. Para David es la primera vez que va a realizar una ascensión, de hecho, es la primera vez que se mete en la Montaña, tan solo tiene 16 años de edad y esperamos que esta travesía suponga su iniciación en el mundo del alpinismo. 


Hemos madrugado tanto que salimos de León todavía de noche, todo para llegar lo más pronto posible al Valle de Valdeón. A las ocho de la mañana ya estábamos subiendo por Pantivalles hacia la Canal de Pambuches. 


El calor es abrasador, sospecho que por la tarde se formarán nubes de evolución y habrá tormenta, espero que no estropeen lo que tengo pensado para el descenso, ellos todavía no lo saben pero cuando estemos en la cumbre voy a proponerles que vayamos hasta Vega Huerta, todo dependerá del tiempo que haga y de cómo responda el joven David a la ascensión. 


Aquel collado que se ve allí arriba es el Collado Verde. Vamos a subir por la vía normal, por la Canal del Bufón. La trepada es perfecta para disfrutar, todos están respondiendo formidablemente, incluso David parece que está disfrutando, de momento no ha dicho ni "mu". 


La ascensión se ha dado muy bien, hemos subido todos como tiros y poco antes de las doce del mediodía ya estábamos todos pisando cumbre.


Una vez más vuelve a impresionarme la descomunal cara sur de la Torre Santa.


El tiempo acompaña, todavía tenemos muchas horas por delante y de fuerzas vamos todos sobraos, de modo que mi propuesta de seguir adelante con la travesía hacia Vega Huerta fue bien acogida por el resto del grupo.




Para descender hacia el Camino del Burro hay que bajar primero por un argayo bastante pronunciado y muy quebradizo. 

El resto del camino hasta Vega Huerta se hizo sin problemas, mucho calor eso sí, calor y sed, nos quedamos sin agua poco antes de llegar a Vega Huerta. Menos mal que todavía llegaba un hilillo de agua a la fuente y pudimos llenar con paciencia las cantimploras. Descansamos lo justo para bajar hacia la Pedriza Carbanal y enroscarnos en la Canal de Capozo.


Al final el tiempo se portó y bajamos por la Canal de Capozo si sobresaltos. Se hizo largo, muy largo, el pobre David estaba ya que no podía dar un paso más. Pasamos por la Cueva del Agua, La Farfada, Cordiñanes y llegamos a Posada. Ahora bien, esos tres kilómetros entre Cordiñanes y Posada se hicieron eternos...

sábado, 4 de mayo de 2002

Bosque de Muniellos (Asturias).

La recientemente declarada Reserva de la Biosfera de Muniellos se sitúa en el confín suroccidental de Asturias, entre los concejos de Cangas de Narcea e Ibias. La abrupta orografía unida a la elevada pluviosidad pusieron freno a la transformación del paisaje por parte del hombre y gracias a ello hoy podemos decir que Muniellos constituye una representación casi virginal de las comunidades vegetales y animales que en otro tiempo fueron dominantes a lo largo de la Cordillera Cantábrica.  


Tenía muchas ganas de conocer el Bosque de Muniellos y descubrir los secretos que guarda en su interior, pero no es posible adentrarse en lo profundo del bosque salvo con un permiso explícito de la guardería de la Reserva del Principado, una solicitud que hay que presentar con bastantes meses de antelación, puesto que las visitas al bosque están rigurosamente controladas y son bastante limitadas. 

La primera visita quedó programada para el 14 de diciembre del año pasado. En aquella ocasión fuimos mi hermana Laura, mi cuñado Alfredo, mi madre, yo y mi amigo y compañero de carrera Oscar.   



Iniciamos el recorrido en Tablizas siguiendo la senda que sube por el Arroyo de Cullada. 


Se trata del sendero que discurre por una sucesión rítmica de vallinas tan característica del paisaje de Muniellos y que recorre todo el valle pasando en su punto más alto por las Lagunas de Muniellos. No hay mucho desnivel, pero el recorrido es largo, muy largo, y se requiere de todo el día para hacerlo completo.   


Pero en diciembre los días son tan cortos que resulta imposible recorrer la totalidad del sendero, de modo que caminamos hasta la Vallina de Las Fayonas y luego dimos la vuelta para regresar antes de que oscureciera.

La pureza del aire y la elevada humedad relativa en Muniellos contribuyen al espectacular desarrollo de los líquenes epífitos que otorgan al bosque un aspecto fantasmagórico muy característico. 

Regresamos a Tablizas con el propósito de reservar otra visita para realizarla en primavera con los días más largos y poder así hacer el recorrido completo de la senda. En el calendario estaba disponible en 4 de mayo y todos consideramos que sería un día perfecto para la segunda visita.

Y así fue, la segunda visita quedó programada para hoy 4 de mayo de 2002, pero ni Alfredo ni Oscar pudieron venir. En su lugar vinieron Carolina y Fernando que aceptaron encantados la propuesta de hacer la ruta completa de Muniellos. 



El pronóstico del tiempo advierte de la posibilidad de nevadas por encima de los 1.800 m. de altitud, pero lo cierto es que a primera hora de la mañana parece que el buen tiempo nos va a acompañar, y al menos así lo hará durante la primera parte del recorrido por la ladera de solana. 


Sin embargo a medida que vamos avanzando el tiempo va empeorando y me doy cuenta de que estamos caminando a un ritmo demasiado lento y pausado. Intento imponer un ritmo constante en la marcha pero me resulta imposible, mi madre comienza a tener ligeras molestias en su rodilla y no puede caminar más rápido.

Comencé a ponerme nervioso porque estaba viendo que no llegábamos a las lagunas a tiempo para regresar por la otra vertiente. Pasamos una vallina, otra, y otra, y otra... así hasta que comenzó a llover. Sacamos los chubasqueros y seguimos caminando sin pausa. Querían parar a comer pero les dije que no teníamos mucho tiempo, quería llegar a toda costa a las lagunas para respirar tranquilo sabiendo que tendríamos tiempo suficiente para el regreso por la otra ladera. Entonces el grupo se disgregó: Yo continué caminando a buen ritmo, Fernando y Carolina se fueron quedando atrás y mi madre y Laura iban las últimas deteniéndose cada poco para descansar la rodilla. 

Y para colmo de desgracias se pone a nevar copiosamente. Echo una mirada hacia atrás y veo que nadie me sigue. Entonces regreso y me los encuentro atrás, caminando lentamente. Están cansados, chopados de agua y hambrientos, pero me preocupa especialmente el estado en el que se encuentra mi madre, está claro que no puede seguir. Estamos muy cerca, lo presiento, debemos estar debajo de la Peña Velosa, a punto de entrar en el Cotarrón de Las Lagunas, pero lo cierto es que no se puede seguir caminando en estas condiciones, mojados, hambrientos y con el tiempo justo para regresar. 

Total, que la expedición quedó abortada por segunda vez, no hay manera, un fracaso. Regresamos por el mismo sendero y llegamos a Tablizas a última hora de la tarde a punto de anochecer, agotados y reventados, sobre todo mi madre, que ya no podía dar un paso más. Carolina llegó helada de frío, estaba temblando, con claros síntomas de hipotermia. De hecho, lo pasó fatal en el coche durante el regreso a León, no paró de vomitar a lo largo de todo el camino.