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sábado, 21 de abril de 2007

2ª Alta Travesía del Cares (Cuesta Duja).

Cuesta Duja es una pradera de alta montaña literalmente "colgada" en la vertiente del Macizo Central de los Picos de Europa que cae directamente sobre la Garganta del Río Cares. Forma parte del que probablemente sea el mayor desnivel de la Península Ibérica (unos 2.300 m. entre Torre Cerredo y en Río Cares en apenas 2 kilómetros). Su extrema situación la convierte en prácticamente inaccesible, pero los cainejos la han aprobechado desde antaño para alimentar a parte de su ganado. Lo que es increíble es conocer el lugar por donde lograban subirlo...


Siempre he tenido interés por conocer Cuesta Duja, pero solo he podido llegar a este recóndito lugar en una ocasión hace 6 años, cuando enfrasqué en una trepidante aventura a un grupo de amigos de León. Estábamos en el Pando Culiembro a punto de entrar en la Canal de Piedra Bellida cuando les propuse una aventura que no dejaría indiferente a nadie: Cruzar la Canal de Ría hasta Cuesta Duja para luego bajar por Dobresengros a Caín. La travesía no figura en ningún mapa ni en ninguna guía, es una ruta que solo pueden conocer los cainejos. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar ni cómo sortearíamos los impresionantes cortados que iban a aparecer, pero nos lanzamos en una de las aventuras por los Picos de Europa más fascinantes que recuerdo.


Hoy sábado, 21 de abril de 2007, pretendo subir con Clara. Ha venido a pasar el fin de semana conmigo y me las he podido ingeniar para dejar sola a Rosi en el supermercado. Es una ruta muy dura y no se hasta qué punto Clara podrá soportar el esfuerzo; espero que la espectacularidad de los lugares por donde vamos a pasar le hagan olvidar el sufrimiento.


Salimos temprano con el Trepas a Caín para coger la senda del Cares en dirección a Culiembro. El día parece que acompaña aunque se ven numerosas nubes. Desde Culiembro bajamos hacia el Río Cares para cruzar el Puente Vieya (390 m. de altitud).


Y aquí es donde comienza la lenta y durísima ascensión por el Pando Culiembro. Empezamos a acusar el agotamiento ya a los pocos metros de ascensión, pero poco a pocos vamos cogiendo tono y alcanzamos el Horcado Turonero (964 m.). desde donde contemplamos la Canal de Ría que vamos a atravesar para llegar a Cuesta Duja.


En el Horcado Turonero paramos para descansar y reponer fuerzas. Después bajamos a la Canal de Ría que salvo por algún nevero atravesamos sin dificultad. Pero al comenzar la subida por el Monte Cuebre me percato del estado en el que se encuentra el pequeño sendero. Está totalmente cerrado por la maleza y las piedras, lo que prueba que me demuestra que ya no está siendo usado por los cainejos para llevar las cabras a Cuesta Duja. Nos cuesta mucho subir por aquellos desniveles, nos resvalamos con la hojarasca, el barro, las piedras... Al fin llegamos a Cuesta Duja tremendamente agotados. Desde allí disfrutamos de las vistas de Caín, aunque el dia se está encapotando y me preocupa que se ponga a llover.



Descendemos por las praderas de Cuesta Duja para buscar el sedo que baja hacia la Garganta del Cares, pero vamos a parar justo al cortado de cae sobre el Cares; es impresionante, pone los pelos de punta, es como si un cuchillo hubiera cortado de cuajo la Cuesta Duja. Finalmente encontramos el sedo y comenzamos el descenso hacia el Puente Bolín.



domingo, 1 de septiembre de 2002

Aproximación a Torre Cerredo (2.648 m.)

Torre Cerredo con sus 2.648 metros es la montaña de mayor altitud de los Picos de Europa, de la Cordillera Cantábrica y también del todo el noroeste peninsular, estando enclavada en el Macizo Central de los Picos de Europa o Macizo de los Urrieles, en la divisoria de las provincias de León y Asturias. Su cima, con un desnivel de más de 2.200 metros sobre el río Cares, el más acusado de la Península Ibérica, posee unas magnificas vistas del Macizo Occidental y de las canales que vierten sobre la garganta del Cares. Fue ascendida por primera vez el 30 de junio de 1.882 por Aymar d'Arlot de Saint Saud, Paul Labrouche, Juan Suárez y Francois Salles.



Sábado, 31 de agosto de 2.001. Por fín ha llegado el día de intentar la ascensión a la mayor elevación de los Picos de Europa, Torrecerredo. He dejado sola a Marta con la tienda en León y me he organizado este fin de semana con Raul Alfageme para llevar a cabo tal hazaña.

Nuestra intención es partir de Caín hacia Culiembro por la senda del Cares, subir por la Canal de Piedra Bellida hasta el Collado Cerredo, y continuar la ascensión por los Cuetos del Trave hasta el Jou de Los Cabrones, donde pernoctaremos en el Refugio "Jose Ramón Lueje". El domingo por la mañana saldremos a conquistar la cima de Torrecerredo con tiempo para que podamos regresar y descender de nuevo a Amuesa en el día. Serán dos jornadas maratonianas pero necesarias para poder estar de regreso el lunes.

Partimos de León a las cinco de la mañana para plantarnos en Caín con los primeros rayos del sol. Rápidamente preparamos los macutos y comenzamos a caminar por la Senda del Cares durante media hora hasta llegar a Culiembro. Cuando comenzamos a subir por los pendientes pandos de Culiembro enseguida notamos el fuerte calor que íbamos a pasar durante la larga ascensión. Y es que nos esperan más de dos mil metros de desnivel; se hace muy duro pensar durante la subida que cuando lleguemos al Collado Cerredo todavía estaremos a 1.454 metros de altitud (Caín está a 460 m. y El Cares a su paso por Culiembro todavía está más abajo).


El calor sofocante unido a la elevada humedad ambiental nos hace sudar a cada paso que damos. Aun así, con alguna que otra paradita para coger aire logramos avanzar mientras nos adentramos de lleno por la Canal de Piedra Bellida. Raúl sube con doscientas moscas revoloteando alrededor de su cabeza, es el "Señor de las Moscas"...


Al acercarnos al Collado Cerredo nos metimos de lleno en una espesa niebla que no nos permitió disfrutar del paisaje que ofrecen estos cortados. Lo preocupante ahora es que demos con la senda que sube por la Cuesta del Trabe porque no vemos nada, lo único que podemos hacer es dejarnos guiar por la marca de la senda y los hitos.


Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: A medida que íbamos ganando altura a punto de llegar a los Cuetos del Trave desapareció el terreno firme y afloró la roca viva, y claro, nos perdimos. La niebla es tan espesa que no nos deja ver ni una sola referencia, estamos totalmente perdidos y desorientados.


Decidimos seguir subiendo poco a poco extremando al máximo las precauciones y al poco tiempo oímos unas voces. Se trataba de un par de montañeros que precisamente buscaban el mismo objetivo que nosotros. Los cuatro juntos reunimos nuestros esfuerzos y tomamos la determinación de buscar hitos. Fuimos siguiendo hito tras hito hasta encontrarnos cientos de ellos por todos lados; al examinar uno de ellos pudimos comprobar que fueron puestos por los espeleolólogos para indicar las entradas a las simas.


Deducimos por tanto que debemos encontrarnos en algún punto al pie de los Cuetos del Trave, puesto que aquí se encuentran las simas más profundas de los Picos de Europa, varias de las cuales superan los mil metros de profundidad, y concretamente una de ellas, la Torca del Cerro, es la cavidad más profunda de España y la cuarta del planeta. Precisamente hace tres años un grupo de espeleólogos franco-español batieron aquí el record de España llegando hasta sus 1.589 m. de profundidad.


Perdidos y desorientados en medio de ninguna parte, de pronto vemos cómo asoman unos picos en lo alto:


Probablemente se trate de los Cuetos del Albo, pero ninguno de nosotros está lo suficientemente seguro. Se está haciendo tarde y pronto debemos encontrar alguna referencia mejor para dar con el refugio. Decidimos subir un poco más alto a ver si logramos salir de la niebla. Por fin, con las últimas luces del día logramos alcanzar el límite superior de la niebla, pero sin tener ni idea de por dónde andamos.


Lo único que podemos hacer ahora es buscar en medio de toda esta roca un buen lugar donde pasar la noche. Caminando casi a oscuras con los frontales puestos descendemos hacia lo que nos parece un circo o un jou donde suponemos encontrar algo de terreno firme.


Y allí perdidos los cuatro, Raúl, yo y nuestros colegas asturianos Carlos y Paco, improvisamos un pequeño campamento, cenamos y nos echamos a dormir en los sacos mientras contemplábamos el firmamento.


Al día siguiente amaneció con más claridad y pudimos observar todo lo que teníamos a nuestro alrededor.


Con ayuda de los mapas supimos entonces que nos hayábamos en el Jou del Agua, bastante desviados del Jou de Los Cabrones donde estaba el refugio. Comenzamos a caminar salvando todo tipo de obstáculos: Trepadas, destrepadas, simas... en algunos tramos tuvimos que hacer uso de cuerdas de seguridad. Y allí fue donde comencé a notar que algo no iba bien en mis rodillas, sentía un dolor muy intenso en los lados de la rodilla cada vez que descendía un paso.


Casi dos horas después de comenzar a caminar por fín dimos con el Jou de Los Cabrones. No nos extrañó entonces el nombre que le pusieron a esta zona. Y allí estaba el refugio. Yo lo único que deseaba era llegar, soltar la mochila y pedirle al guarda una pomada o algo que aliviara el dolor de mis rodillas.


Descendimos al refugio para descansar un poco, conocer al guarda y considerar nuestras posibilidades de alcanzar la cumbre de Torre Cerredo. Carlos y Paco lo descartaron desde un principio y decidieron descender a Bulnes. Raúl y yo no nos resignábamos a abandonar, pero lo cierto es que mis rodillas no estaban para más ascensión. Finalmente tomamos la decisión de abandonar.


Nos planteamos entonces la posibilidad de bajar por la Canal del Agua directamente a El Cares. A priori una bestialidad pero lo cierto es que el guarda no nos lo puso tan crudo; tan solo necesitaríamos unos 25 ó 30 metros de cordino para salvar el paso de la Canal del Agua a la Canal de Ría, y precisamente llevábamos suficiente cordino encima. Lo que teníamos claro era que descender de nuevo por la Cuesta del Trabe hasta Bulnes, Poncebos y Caín nos parecía una auténtica matada. Subimos al Collado del Agua y allí tomamos la decisión.


La bajada nos pone los pelos de punta, y a mí la tendinitis me hace ir más despacio de lo normal. Aun así, siendo ya la una de la tarde no podemos demorar más nuestra decisión y sin pensarlo más nos ponemos a bajar por la canal.


Pero al cabo de una hora de descenso vertiginoso nos encontramos con un grupo de montañeros cargados de material de escalada que nos advierten de lo complejo que va a ser cruzar a la Canal de Ría para evitar el cortado que termina con nuestra canal; de hecho uno de ellos nos confiesa que él nunca haría la Canal del Agua bajando. Entonces fue cuando nos entró el pánico: Las dos de la tarde y yo con una tendinitis aguda en las rodillas, o nos damos la vuelta para arriba o nos arriegamos a cruzar ese paso tan complicado.

Nos quedamos unos minutos pensándolo en silencio, ninguno de los dos sabíamos qué decir. Al final tomamos una de las decisiones más difíciles de tomar en la Montaña: Abandonar nuestro objetivo y retirarnos a tiempo.


Pasadas las tres de la tarde cruzamos el refugio y sin parar caminamos y caminamos por los Cuetos del Trabe. Al llegar a Amuesa tenía las rodillas tan destrozadas que no me atreví a descender por la Canal de Piedra Bellida. Optamos entonces por bajar hacia Bulnes e intentar llegar a Poncebos antes de que anochezca. Los dos éramos conscientes de que no llegaríamos a tiempo para regresar a León, de modo que llamamos por teléfono para advertir que tendríamos que pasar una noche más.


Tuve que "arrastrarme" literalmente por los pedreros de la Canal de Amuesa por aliviar en lo posible el dolor que me causaba la tendinitis en ambas rodillas. No podía caminar y me sentía mal por hacerle perder tiempo a Raúl que tenía que acudir al trabajo al día siguiente.


Al llegar a Bulnes se nos echó la noche encima y bajamos por la Canal del Tejo a oscuras y con los frontales. Cuando por fin alcanzamos Poncebos nos tiramos al suelo y dormimos unas cuantas horas.


Al día siguiente tardamos más de cinco horas en recorrer los 12 km. de la Ruta del Cares. Mientras caminaba aguantando el dolor pensé que mis años de locura montañera habían llegado a su final. Tengo ya 30 años de edad y noto que ya no tengo la misma capacidad y resistencia que tenía años atras. Es cierto que para subir Torrecerredo desde Caín hay que estar en plena forma, entrenar lo suficiente y estirar correctamente, y yo no lo he hecho. Tengo que pensar que si quiero aventurarme en rutas de este calibre, necesito entrenar, calentar, ponerme en forma y llevar bastón.

sábado, 12 de mayo de 2001

Alta Travesía del Cares (Cuesta Duja).

Cuesta Duja es una pradera de alta montaña literalmente "colgada" en la vertiente del Macizo Central de los Picos de Europa que cae directamente sobre la Garganta del Río Cares. Forma parte del que probablemente sea el mayor desnivel de la Península Ibérica (unos 2.300 m. entre Torre Cerredo y en Río Cares en apenas 2 kilómetros). Su extrema situación la convierte en prácticamente inaccesible, pero los cainejos la han aprobechado desde antaño para alimentar a parte de su ganado. Lo que es increíble es conocer el lugar por donde lograban subirlo...



Lo que comenzó siendo un simple paseo por la Senda del Cares acabó convirtiéndose en una de las mejores aventuras que he vivido en los Picos de Europa. Dos semanas después de llevar al grupo de amigos de Carolina y Raúl al Collado Pambuches hemos organizado otra excursión, esta vez con nuevas incorporaciones, para recorrer los rincones más espectaculares de la Garganta del Cares.

Casi todos conocen la Ruta del Cares, unos la han hecho entera, otros conocen solo la parte de León hasta el Puente Bolín, otros conocen la parte asturiana, y alguno ni siquiera la había hecho hasta hoy. 

Les he llevado hasta la zona de Culiembro enseñándoles las diferentes canales que suben a los dos macizos, Dobresengros, Trea, Ría, Piedra Bellida... En Culiembro decidí bajarles al Río Cares para que cruzaran el río.


Subimos por los Pandos de Culiembro hasta el Horcado Turonero, al inicio de la Canal de Piedra Bellida, un buen lugar para comer disfrutando de unas vistas espectaculares. 


Mientras nos comíamos el bocata saqué el mapa y pensé: "¿Qué tal si les propongo una aventura?". Entonces les planteé dos opciones, la primera: Regresar por donde habíamos venido. La segunda: Cruzar a la vecina Canal de Ría, buscar la forma de llegar a Cuesta Duja y desde allí, bajar al Cares por donde pudiéramos. Esta claro que la primera opción es la más segura, la más asequible y la más razonable. Sin embargo la segunda opción, la más arriesgada, la más inconsciente y la más atrevida es la que les resultó a casi todos mucho más interesante. 

Hasta Cuesta Duja yo se que no hay problemas porque por el mapa se ve claramente que un sendero cruza la Canal de Ría y llega a Cuesta Duja, ¿pero después? No tengo ni idea de cómo bajar desde allí al Cares, aunque se que tiene que haber alguna forma porque he oído a los cainejos hablar un montón de veces de Cuesta Duja como uno de los mejores lugares para llevar a las cabras. Sospecho que tiene que haber algún paso para llegar a la vecina Canal de Dobresengros, pero nunca he estado por allí y no se lo que nos vamos a encontrar. 


Impresionante la Canal de Ría, preciosa, nunca había pasado por ella, solo la había visto desde el vecino Macizo del Cornión, desde la Vega de Ario... Pero es guapísima, me entran ganas de subirla hasta arriba pero es larguísima, llega directamente a los Picos de Dobresengros, al Jou de los Cabrones, pero no hay paso posible salvo cruzar a la vecina Canal del Agua, y creo que es bastante difícil. 


Pasamos por rincones verdaderamente bonitos, con vistas impresionantes, parece que estamos volando sobre el Cares, es espectacular.


Este es el Monte Cuebre, un pequeño halledo que tenemos que cruzar antes de iniciar la ascensión a la Horcadina del Cuebre por unas rampas verdaderamente empinadas. 


Llegados a este punto me doy cuenta de que hay gente que no se trajo cantimplora y el agua comienza a ser un bien escaso. Juntamos las cantimploras disponibles y hacemos balance del agua que nos queda. Decido que es necesario imponer un régimen de racionamiento de agua porque no sabemos cuánto tiempo nos quedará hasta encontrar algún arroyo. Patxi se encargará de controlar el agua y de que cada uno beba solo su parte asignada. 


Se está haciendo tarde, nos estamos quedando sin agua y, por si fuera poco, el tiempo está empeorando. No me quiero ni imaginar qué sería de nosotros si se pone a llover o a tronar estando "perdidos" entre Cuesta Duja y Dobresengros. Alguna chica está empezando a ponerse nerviosa ante la situación y pronto será víctima del pánico si no intervengo con decisión: "¡Tranquilos! Todo está bajo control, no os preocupéis que todo va a salir bien". 


En Cuesta Duja la situación se tranquilizó y nos pusimos a buscar agua como locos. Mientras tanto yo miraba el mapa y buscaba la forma de salir de Cuesta Duja y cruzar a la vecina Dobresengros. "Si llegamos a Dobresengros estamos salvados" les dije a Patxi y a Raúl. "Desde allí arriba podemos buscar un paso hacia la Canal de Cámara y quizás encontremos la forma de llegar a Dobresengros".   


Pero el problema es que son ya más de las siete de la tarde y tan solo nos quedan un par de horas escasas de luz, no hay tiempo para seguir subiendo, hay que bajar ya. 

El tiempo nos da una tregua y se abren  algunos claros que nos facilitan buscar un sedo que baje hacia el Cares directamente desde Cuesta Duja. "Tiene que haberlo" pensaba yo, pero en cuanto llegamos a la parte baja nos sorprende un impresionante cortado. 

Me lo temía, ya me lo habían dicho los cainejos, que Cuesta Duja se precipita hacia el Cares por un cortado.


Pero entonces encontré un sedo, estaba muy poco marcado y discurría por una cresta muy expuesta al vacío, pero no había otra forma de salir de allí. "Tiene que ser por ahí" les dije. 


Comenzamos entonces a descender por el sedo...


Pero llegamos a un punto sin salida: Todo son cortados por un lado y por otro. "Creo que en algún lugar de la bajada nos hemos metido por un camino equivocado" les dije a Patxi y a Raúl. "Pero se está haciendo demasiado tarde y se nos va a caer la noche encima". "Será mejor que busquemos algún lugar donde refugiarnos por si tenemos que quedarnos". Una cueva del lugar podría ser un buen sitio si se diera el caso. "¡Pero no tenemos agua!". "¿Cómo vamos a pasar la noche entera sin agua?". "A mí me preocupa más el frío que el agua", les dije yo...

Las chicas vieron nuestro semblante de preocupación y entró de nuevo el pánico entre el grupo. "Escucharme bien, ésta es la situación: Estamos perdidos. Lo primero que tenemos que hacer es mantener la calma y lo segundo buscar un lugar donde refugiarnos por si se nos cae la noche encima. Dentro de una hora escasa ya no podremos seguir caminando por aquí. Vosotros buscar un lugar seguro y confortable donde podamos pasar la noche y mientras, Patxi, Raúl y yo buscaremos agua por los alrededores". Una chica se echó a llorar, estaba aterrorizada. Me acerqué a ella para tranquilizarla: "No te preocupes, no va a pasar nada, vamos a estar todos bien". Tenía que hacer todo lo posible para que no contagiara el pánico al resto del grupo. 


Fernando se quedó con el resto del grupo para calmar los ánimos mientras Patxi, Raúl y yo nos pusimos a buscar a la desesperada una salida rápida del lugar. Entonces encontramos un canalillo muy expuesto y empinado por el que quizás pudiéramos pasar. "¿Vosotros creéis que las chicas podrán pasar por aquí?" les pregunté. "Es posible". En cualquier caso, o las pasamos por aquí como sea o nos quedamos todos arriba.

Estaba oscureciendo, pero algo me decía que una vez superado ese paso llegaríamos a Dobresengros y estaríamos salvados. "Si pasamos entraremos en la Canal de Cámara, y desde esta canal pasaremos sin problemas a Dobresengros, hay que intentarlo, no perdamos más tiempo". Entonces subimos arriba y se lo dijimos al resto. Todos accedieron a intentarlo. Patxi bajó el primero y desde allí fue ayudando al resto a que bajaran. Yo me quedé el último para tranquilizar el ambiente entre las más asustadas y para ayudarlas a pisar donde debían.

Al final logramos que todos pasaran y descendimos por un pando empinado hasta unas rocas. Estaba ya muy oscuro pero en cuanto cruzamos por aquellas rocas comenzamos a escuchar los sonidos de las aguas torrenciales. "¡Estamos salvados!". "¡Es el arroyo de Dobresengros!".

Por fin pudimos beber agua y llenar las cantimploras para el resto del camino, aunque tendríamos que caminar con mucho cuidado por la Senda del Cares. "¡No hay tiempo que perder, tenemos que caminar rápido para llegar a Caín antes de que oscurezca del todo!"... Ninguno llevábamos linterna. 

Llegamos a Caín sanos y salvos a las diez y media de la noche y por fin pudimos respirar tranquilos. "¡Hemos llegado por los pelos!". Hemos tenido mucha suerte porque teníamos todas las papeletas para habernos quedado perdidos allí arriba. Hemos encontrado el único lugar posible por donde bajar y eso nos ha salvado. 

Para todos de los que han vivido esta aventura, estoy seguro que la recordarán para siempre. 

martes, 16 de agosto de 1994

Murallón de Amuesa (Aproximación a Torre Cerredo).

Torre Cerredo con sus 2.648 metros es la montaña de mayor altitud de los Picos de Europa, de la Cordillera Cantábrica y también del todo el noroeste peninsular, estando enclavada en el Macizo Central de los Picos de Europa o Macizo de los Urrieles, en la divisoria de las provincias de León y Asturias. Su cima, con un desnivel de más de 2.200 metros sobre el río Cares, el más acusado de la Península Ibérica, posee unas magnificas vistas del Macizo Occidental y de las canales que vierten sobre la garganta del Cares.

Su lejanía y difícil acceso en lo más alto del Macizo de Los Urrieles la convierten en la montaña más inaccesible de los Picos, motivo por el cual pasó desapercibida para los locales durante mucho tiempo, y todavía hoy este hecho sigue exigiendo un soberano esfuerzo por parte de quienes pretenden alcanzar su cima.

Esta temporada mi hermana Laura vuelve a trabajar en el Parque Nacional, pero esta vez en la vertiente asturiana. Ricardo, Carlos y yo no queremos dejar que pase este verano sin organizar otra de nuestras grandes aventuras por los Picos de Europa y hemos pensado en aproximarnos los máximo posible a Torre Cerredo. Disponemos de cuatro días, dos para la aproximación y otros dos para el descenso, y hemos pensado que quizás la forma más accesible de llegar sería subir desde Bulnes por la Canal de Amuesa y ascender por la Cuesta del Trabe hasta el Refugio Jose Ramón Lueje, que sirve de base para las ascensiones al Pico de Los Cabrones y a Torre Cerredo.

Hemos quedado con Laura en Valdeón pero lo primero que nos ha dicho es que el lunes tiene que trabajar. Por un momento nos hemos replanteado la expedición porque ahora disponemos de dos días en lugar de cuatro y no creemos que podamos llegar en tan poco tiempo. No obstante Laura está dispuesta a regresar ella sola cuando fuese necesario sin que nosotros tengamos que alterar nuestro programa.

Partimos el viernes por la tarde desde Caín para dirigirnos a Culiebro. Allí tenemos pensado pasar la primera noche al raso en algún remanso del Río Cares y continuar al día siguiente por la Senda del Cares hasta Poncebos.

Llevamos todo el equipamiento necesario para acampar repartido entre todas las mochilas. Tenemos por delante más de dos mil metros desnivel, va a ser una ascensión durísima, la más dura que hayamos realizado. Recuerdo perfectamente la Canal de Amuesa, hace muy poco que bajé por ella y solo pienso en lo duro que va a ser subirla con este calor y esta humedad.

Encontramos un ribazo al lado del río que resultó ser espléndido para pasar la noche, no fue necesario ni montar la tienda, pasamos la noche con los sacos extendidos y nos dormimos contemplando el cielo estrellado entre los dos murallones del Desfiladero del Cares.
Al día siguiente retomamos la senda muy temprano y llegamos a Poncebos poco antes de que empezasen a llegar los turistas. Cruzamos el Puente de La Jaya sobre el Río Cares y subimos por la Canal del Tejo hacia la aldea de Bulnes. En algo menos de una hora llegamos al Puente Colines, que cruza el río para subir al Barrio del Castillo (Bulnes de Arriba). Poco a poco vamos ganando altura hasta que llegamos a la Canal de Amuesa donde comienza la subida más dura y pendiente.

El calor y la humedad relativa hace que suframos lo indecible a cada paso de la ascensión. Los últimos metros de la canal se hacen eternos, parece que nunca vamos a llegar. Cuando por fin hallamos la fuente sabemos que estamos a punto de alcanzar la majada.

Llegamos al Collado Cima (1.386 m.) más o menos a media tarde. Ha sido una ascensión de más de 1.100 metros de desnivel y estamos reventados y sin fuerza alguna para continuar la ruta hacia la Cuesta del Trabe. Decidimos montar campamento en la majada y pasar allí la segunda noche.

Al día siguiente amanece con la típica niebla que se mete por la Garganta del Cares hasta que se disipa luego con el calor. Nos levantamos muy temprano y preparamos el desayuno antes de desmontar el campamento. Mientras recogemos el material debatimos qué hacer durante la jornada que tenemos por delante. La niebla comienza a desaparecer y podemos ver justo enfrente la Majada de Ostón.

No nos faltan ganas, pero si subimos por la Cuesta del Trabe luego no nos quedaría tiempo para descender y regresar a tiempo para que Laura pueda incorporarse a su trabajo. Ella nos anima para que continuemos con nuestro programa aprovechando que tenemos tiempo pero finalmente lo hablamos entre todos y decidimos acompañarla.

Eso sí, les dije que descendiéramos por la Canal de Piedra Bellida hacia el Pando Culiembro para que conociesen y disfrutasen de las espectaculares vistas desde el Collado Cerredo.

Cuando pasé por aquí el mes pasado no pude ver esta vista tan espectacular por estar todo cubierto por la niebla. Pero hoy es muy diferente, tenemos justo delante la impresionante Canal de Mesones con la Torre Santa al fondo. También se ve la Bermeja y las Torres de Arestas. Poco antes de meternos de lleno en la Canal de Piedra Bellida pudimos ver el Valle de Valdeón y la Cuesta Duja.

Finalmente llegamos de nuevo a Culiembro donde aprovechamos para darnos un refrescante baño en las gélidas aguas del río Cares.

Aunque no hemos cumplido con nuestro objetivo, que era llegar al menos hasta la base de Torre Cerredo, sí que hemos hecho completa la ruta circular que bordea el Murallón de Amuesa. Finalmente acompañamos a Laura y pasamos la noche en la casa que acaba de alquilar en la aldea de Bada, muy cerca de Cangas de Onís.

Aprovechando su día de trabajo subimos con ella a los Lagos de Covadonga y con su uniforme del parque nos acompañó hasta la Vega de Ario para que regresáramos Carlos, Ricardo y yo por la Canal de Trea.

domingo, 10 de julio de 1994

Travesía de Picos al Mar Cantábrico.

Entre los Picos de Europa y el Mar Cantábrico se extiende a lo largo de unos 30 km. un cordal montañoso paralelo cuyo origen geológico es el mismo que el de los Picos de Europa. Se trata de la Sierra de Cuera, una pequeña cordillera muy singular que proporciona vistas incomparables de los tres macizos de los Picos de Europa y de la costa oriental de Asturias. Su punto culminante es el Cerro Turbina, de 1.315 m. de altitud.

Lo propio este año hubiera sido planificar una travesía por el Macizo Oriental de los Picos de Europa, sin embargo nos hemos decantado por hacer una aventura mucho más emocionante: Caminar a pie desde Valdeón hasta la costa del Mar Cantábrico cruzando los Picos de Europa y la Sierra de Cuera. En línea recta no hay mucha distancia, el mayor reto es atravesar ambos accidentes geográficos, y calculamos que en cuantro jornadas podríamos lograrlo.

Jornada 1: Caín - Majada de Amuesa (5 de julio de 1994).

Este año Tato no ha querido perderse la aventura y se ha unido a la propuesta, al igual que Oscar, el mismo que nos acompañó a Alberto y a mí en la travesía del año pasado. También nuestro viejo amigo Raúl (Morgan) se ha decidido a venir a pesar de su poca experiencia en el mundo de la Montaña.

Nos llevamos todo el equipo de acampada repartido entre las cinco mochilas, junto con ropa y comida suficiente para las cuatro jornadas de la travesía.

Anoche montamos la tienda en las proximidades de Caín después de bajar de Posada de Valdeón. Llevamos una tienda de campaña apta para cuatro personas, pero nos hemos metido los cinco como hemos podido, aunque hemos dormido con ciertas incomodidades.

Levantamos el campamento con las primeras luces del día y comenzamos a caminar por la Ruta del Cares hasta Culiembro, donde se inicia la ascensión al Murallón de Amuesa. En Culiembro llenamos las cantimploras y revisamos el equipo antes de iniciar la ascensión.



Tenemos delante los interminables zig-zag's de la senda que sube por el Pando Culiembro hacia la Canal de Piedra Bellida. He pasado varias veces por Culiembro y en todas ellas me he fijado en esta senda que va a parar al Collado Cerredo con la inquietud de saber cuándo podría subir por allí. Es una de las vías de ascensión a Torrecerredo.


Nada más bajar al río Cares nos hemos encontrado con un gran problema: El puente que lo cruza está totalmente destruído, por lo que hemos tenido que buscar el mejor lugar para poder cruzarlo a pie con seguridad. Es bastante arriesgado, porque las aguas además de heladas bajan muy torrenciales, y no resulta nada fácil cruzarlo descalzos y porteando mochilas tan pesadas. Al final hemos podido cruzarlo con las aguas por encima de las rodillas, todos menos uno: Raúl ha sido incapaz de mantener el equilibrio. Hemos intentado ayudarle, varias veces, pero ha sido imposible. Al final nos quedamos los cuatro mirándole al otro lado del río sin saber muy bien qué decirle mientras él se ataba las botas para regresar por donde vino.

Mientras subíamos por el Pando Culiembro no parábamos de preguntarnos si habíamos obrado correctamente con Raúl, él insistió en que no suspendiéramos la travesía por su culpa, pero verle regresar por la otra ladera a él sólo fue muy duro para nosotros. Subimos todo el tiempo sin quitárnoslo de la cabeza.

Poco después de meternos en la Canal de Piedra Bellida ha subido la niebla y nos ha impedido ver cualquier tipo de referencia para evitar perdernos, pero por suerte la senda está bien marcada y cuando no lo está hay bastantes hitos bien localizados. Pero poco antes de llegar al Collado Cerredo a mí me dió una pájara de escándalo; estábamos trepando con las manos heladas agarrándonos a las hierbas mojadas en una gran pendiente y envueltos en una espesa y húmeda niebla. Me dieron temblores en las piernas y tuve que parar a descansar y comer algo, necesitaba energía pura para poder seguir.

Finalmente llegamos a lo más alto de Amuesa y caminamos por la senda hasta llegar a la Majada del mismo nombre. La localizamos gracias al sonido del los cencerros de las vacas, porque no se veía absolutamente nada. Nos hizo mucha gracia ver que los responsables de aquel ganado era una pareja de muchachos cuya edad no debía superar los doce años, parecían Heidi y Pedro. Les preguntamos por una fuente y nos indicaron el camino, a unos cincuenta metros bajando por la canal de Amuesa hacia Bulnes. En cuanto localizamos en arroyo buscamos una vaguada y acampamos. Como hacía tanto frío nos cambiamos de ropa y nos metimos los cuatro en la tienda para calentar con el hornillo un buen plato de espaguettis. Antes de dormir escribimos en el diario de ruta unas palabras dedicadas a nuestro compañero Raúl: "Hoy hemos sufrido una baja, Raúl ha tenido que avandonar la expedición; pero ahora vamos a domir los cuatro en la tienda de puta madre...".

Jornada 2: Majada de Amuesa - Arangas de Cabrales (6 de julio de 1994).

Nos espera una larga jornada en la que tenemos que cubrir buena parte de la distancia que nos separa del Mar Cantábrico, además de tener que descender más de mil metros de altitud hasta Bulnes y Poncebos.

Nos levantamos todavía con niebla, todo estaba empapado, la tienda, las mochilas, las botas, la ropa... todo empapado de la humedad. Comenzamos a descender por la Canal de Amuesa sin perder la senda, la única referencia que teníamos para llegar sin perdernos a Bulnes.

Cuando estábamos a punto de llegar al Barrio de Arriba la nieba comenzó a disiparse y nos permitió ver entera la Canal del Tejo, por donde teníamos que bajar hacia Poncebos.

Poco antes de cruzar el Puente de la Jaya sobre el río Cares, buscamos un rincón para echarnos un rato a comer y descansar lejos del bullicio que se ve en la Ruta del Cares. Después caminamos ya por carretera hasta Arenas de Cabrales, donde aprovechamos para comprar nuevas provisiones. Seguimos caminando por la carretera que sube a Peñamellera hasta llegar a la villa de Arangas. Buscamos un buen lugar donde acampar pero la temperatura era muy agradable y descubrimos que la iglesia del pueblo tenía un gran pórtico donde podíamos pasar la noche resguardados sin necesidad de montar la tienda. Le compramos fruta a un frutero ambulante, cenamos mientras se metía el sol e improvisamos una pequeña ducha portátil para asearnos antes de dormir.

Jornada 3: Arangas de Cabrales - Acebal (7 de julio de 1994).

Tenemos enfrente de nosotros un gran murallón montañoso de más de 600 metros de desnivel, la Sierra de Cuera. Desde aquí no se ve el Turbina, pero según el mapa lo veremos en cuanto alcancemos los mil metros de altitud. Hemos dormido estupendamente bajo el pórtico de la iglesia, a nadie del pueblo le ha parecido mal que hubiéramos pasado allí la noche, más bien todo lo contrario, un vecino vino a vernos y nos preguntó si necesitábamos algo. Aprovechamos para preguntarle el mejor camino para subir al Turbina.

El día está espléndido, un sol brilla intenso y el aire está limpio y nítido, nada parece indicar que vayamos a sufrir otra vez las inclemencias de la niebla. La senda de la que nos habló el cabraliego de Arangas se pierde y se bifurca constantemente, de modo que decidimos olvidarnos de buscar sendas y veredas y optamos por subir directamente a pesar de la pendiente. En cuanto llegamos al alto de la sierra pudimos contemplar la panorámica que veníamos buscando: Los tres macizos de los Picos de Europa.


Ahora vendría la segunda parte. Creíamos que nos íbamos a encontrar el Mar Cantábrico en cuanto nos asomáramos a la otra vertiente. Pero nada de eso. La otra vertiente estaba todavía muy lejos, y tuvimos que caminar un largo trecho hasta que dimos con el Turbina. No hay sendas ni veredas ni hitos ni rastro de nada más que rocas, dolinas, vaguadas y simas. Sólo podemos guiarnos de nuestra intuición, pero somos cuatro, y en estos casos es inevitable que surgan discrepancias. Así ocurrió con Tato, empeñado en ir en una dirección con la que el resto no estábamos de acuerdo. Al final logramos un consenso y alcanzamos el cerro. Lástima que al otro lado estuviera todo cubierto por las nubes.




Ha sido un chasco no poder ver la costa desde aquí, se ve el mar, sí, pero mucho más allá de las nubes. En la cumbre del Cerro Turbina paramos a comer y pudimos disfrutar de un paisaje sin igual.

Tras el Turbina comenzamos a descender por la ladera norte hasta que comenzaron los problemas...
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Lo primero fue quedarnos sin agua. El calor era sofocante y desde Arangas no habíamos encontrado ni rastro de agua. Lo segundo fue que seguíamos sin encontrar ningún camino o senda. Y lo tercero, que cuando pensábamos que al otro lado de la colina veríamos la costa, nos encontrábamos con otra colina, y otra detrás, y otra... Pero lo peor era la sed terrible que estábamos pasando, estábamos deshidratados y desesperados por encontrar agua.

Por fin encontramos a un ganadero y le preguntamos dónde podríamos encontrar agua; nos habló de una cueva con un manantial de aguas frescas y cristalinas, pero sus explicaciones sobre su localización nos parecieron tan incomprensibles que al final se decidió a acompañarnos.

Después de repostar las cantimploras seguimos caminando hasta que por fin dimos con el último valle y la última colina antes de llegar a la costa.



Comenzamos entonces a sufrir las consecuencias de caminar durante tantas horas por un terreno tan impredecible: Aparecieron las primeras ampollas en los pies. En cuanto llegamos al fondo del valle encontramos un río y no dudamos en quitarnos la roma y zambullirnos en sus aguas para quitarnos el sudor de todo el día. Nos bañamos en pelotas y lo pasamos a lo grande chapoteando y gritando "¡Escándalo Púbico!"...

Caminamos un poco más en busca de una buena pradera para acampar y llegamos al Acebal, muy cerca de la carretera nacional de Santander, donde encontramos un rincón muy confortable bajo unos árboles. Allí montamos la tienda y nos acercamos a un bar del pueblo antes de irnos a dormir. Casi no podíamos caminar por el dolor de las ampollas.

Jornada 4: Acebal - Llanes (8 de julio de 1994).

La peor parte se la ha llevado Oscar, en cuanto nos ha enseñado las plantas de sus pies no hemos podido hacer otra cosa más que santiguarnos. Además, antes de levantar el campamento hemos desayunado y a él le ha tocado una babosa que se había metido en el cartón de leche.

Pero la jornada de hoy no tiene más complicación que caminar por carretera hasta Llanes, acampar en el Camping e irnos directos a la playa para disfrutar de un merecido descanso esparcidos en la arena.

En cuanto llegamos a Llanes alzamos la vista atrás y nos quedamos contemplando la sierra que acabábamos de cruzar con el Turbina todavía cubierto por la niebla.


Buscamos un teléfono público y llamamos a nuestras familias para comunicarles que habíamos llegado sanos y salvos. En el caso de Oscar sus padres decidieron venir a buscarle en coche. Tato, Alberto y yo optamos por quedarnos un día más en Llanes para descansar antes de regresar a Valdeón por la Senda del Cares.


Al día siguiente nos metimos en un bar de Llanes para ver el partido de la semifinal del Mundial de Fútbol entre España e Italia, y sufrimos viendo cómo Italia nos mandaba a casa despues de jugar un partido excepcional.