sábado, 11 de agosto de 2001

Aventura en el Pico Bodón (1.960 m.).

Al norte de León, en tierras donde antaño vivieron los astures, al final de las Hoces del Río Curueño se alza magestuoso El Bodón (1.957 m.), una de las montañas más altas del Alto Curueño.




Hace unos siete años subí por primera vez el Bodón acompañado de mi amigo Raúl, fue una de mis primeras ascensiones y me quedó un buen recuerdo de aquella montaña. 

Ahora somos Patxi, otro Raúl (hermano de Carolina) y yo quienes vamos a subirlo. Queremos entrenarnos para una posible ascensión a Torre Cerredo, la más alta de la Cordillera, en los Picos de Europa, y para ello hemos elegido esta montaña. 

Todo surgió de manera muy improvisada, ayer mismo nos telefoneamos y quedamos para salir hoy a la montaña. Pero lo que parecía una simple ascensión pronto se convirtió en una gran aventura por culpa de dos errores de cálculo: Primero, nos olvidamos el mapa en casa y comenzamos a trepar por la montaña vecina pensando que estábamos en el Bodón. Y segundo, el descenso por la cara norte se complicó por la enorme pendiente y por los grandes cortados que nos bloquearon el paso. Y otro error fue no llevar la cámara de fotos, motivo por el cual ésta crónica está carente de fotos. 

Dejamos el coche aparcado al final de las Hoces de Nocedo, justo después del cruce de la carretera de Valdeteja. Un gran murallón de piedra sobre la misma carretera ofrece varias vías de ascensión que nos parecieron muy sugerentes y sin pensarlo ni un momento nos pusimos a trepar como locos sin darnos cuenta de que lo que estábamos subiendo no pertenecía al Pico Bodón, sino a la montaña vencina, el Cobella, de 1.711 m. de altitud.

De todas formas no nos dimos cuenta hasta que llegamos a la cumbre y disfrutamos de una auténtica trepada usando las manos y los pies. Casi dos horas de ascensión ininterrumpida hasta que se me ocurrió mirar hacia el norte para darme cuenta de que la enorme montaña que teníamos justo enfrente era el Bodón.

Yo recordaba perfectamente que el Bodón era la última gran montaña del cordal y hacia el norte se abría el enorme Valle de Vegarada. Todavía no nos habíamos repuesto del esfuerzo cuando les dije: "Chicos, me he equivocado, este no es el Bodón, es el de ahí enfrente". 

Ni cortos ni perezosos iniciamos el descenso hacia el collado y comenzamos a subir directamente por la cara sur del Bodón. Tuvimos que parar a media ascensión para reponer fuerzas y finalmente alcanzamos la cumbre bien entrada la tarde. 

Apenas tuvimos tiempo para disfrutar de la cumbre porque les propuse a mis compañeros realizar un descenso "a la aventura" por la cara norte, directamente hacia Tolibia. 

Al principio todo fue bien, la pendiente era muy prolongada pero pudimos destrepar varios farallones sin demasiadas dificultades. Hasta que de pronto nos topamos con un cortado. Ciertamente, la perspectiva desde arriba no te permite saber si abajo hay un cortado, no lo ves hasta que llegas a él. Y eso fue lo que nos pasó. 

Tuvimos que bordear la montaña hacia el oeste buscando un paso que nos permitiera destrepar con un mínimo de seguridad. Nos recordó al reciente episodio del Cares, aquel en el que nos perdimos bajando de Cuesta Duja. 

Se hizo bastante duro y las pasamos canutas en algún tramo, pero finalmente logramos llegar a la base sanos y salvos. Para alcanzar el pueblo tuvimos que cruzar el río, y no fue fácil, con las piernas resentidas por la doble ascensión resultó complicado mantener el equilibrio en aquellas aguas tan frías y turbulentas del río Curueño.