domingo, 21 de junio de 1998

Travesía Collado Jermoso - Liordes.

El Refugio Diego Mella fue construido en 1942 en un lugar privilegiado de los Picos de Europa para servir como base a las ascensiones del Llambrión, La Palanca y la Torre del Peñalba: El Collado Jermoso. Su construcción fue ideada por Diego Mella, pero fue el arquitecto Julián Delgado Úbeda, presidente de la Federación Española de Montañismo, quien la llevó a buen término. Es el refugio más antiguo de los Picos de Europa y está situado a 2.064 m. de altitud, en la base del Macizo del Llambrión.

Sigo pensando que Collado Jermoso es el lugar más espectacular, especial y bonito de los Picos de Europa, y cualquiera de las rutas para acceder a él no dejan indiferente a nadie, por eso cuando mis amigas Carolina y Mary me pidieron que les llevase de ruta por los Picos de Europa no lo dudé ni un momento: Vamos al Collado Jermoso.

He subido un montón de veces, tantas que ya he perdido la cuenta, pero para mí sigue siendo la ruta más bonita de los Picos: Ascender al collado desde Cordiñanes y descender por la Vega de Liordes, pasando noche por supuesto en el Refugio Diego Mella.

Para Marta es la segunda vez, a pesar de que cuando la traje por aquí hace ya unos años me dijo que había sido una ruta tan dura que no volvería nunca más. Y por mi parte qué decir, más que estoy ansioso de volver a pisar la Montaña, llevo meses sin salir de León, entre el trabajo y la mudanza (por fin me he emancipado) no he tenido la posibilidad de salir al campo ni un solo día en todo lo el año.

Es sábado, día 20 de junio de 1998. Amanece un día espléndido, totalmente despejado, con una temperatura muy agradable, casi veraniega. Los Picos no conservan en sus cumbres prácticamente nada de nieve. Hemos salido muy temprano de León y hemos llegado a Posada de Valdeón a muy buena hora y hemos dejado el coche aquí para salir ya de ruta rumbo a Cordiñanes, 3 km. de paseo mañanero muy agradables e ideales para acostumbrarse al peso de las mochilas y para calentar. Se respira aire puro y limpio.

El Cordiñanes cargamos de agua las cantimploras y cruzando la aldea me acerco hasta la casa de Evarista, la venerable anciana que conocí hace unos años cuando subí por primera vez a Collado Jermoso. Nada más salir de Cordiñanes comenzamos a subir por la senda que conduce zigzagueando a la Rienda de Asotín, primer punto interesante de la ascensión.

Es una prueba de fuego porque el vértigo juega una mala pasada a todos los que pasan por aquí por primera vez, pero no ha sido el caso ni de Carolina ni de Mary, las dos han pasado por la rienda sin inmutarse. Marta ha tenido más miedo y al igual que la otra vez la he despojado del peso de su mochila y ha podido pasar sin preocuparse por el equilibrio.

Se puede decir que esta vez voy muy bien acompañado a Collado Jermoso: Esas tres chicas que posan en plena Rienda de Asotín son Carolina, Marta y Mary.

Después de cruzar el Hayedo de Asotín acusando ya el esfuerzo de la ascensión llegamos a la Vega de Asotín, donde realizamos la primera parada para descansar. Allí nos encontramos con un par de montañeros que también subían a Collado Jermoso y... ¡sorpresa! Resulta que uno de ellos es Basilio Llamas, el experto en Briófitos de la Facultad de Biológicas de León. Charlamos un buen rato con él recordando los primeros años de carrera pero sin entretenernos demasiado, todavía queda la parte más dura de la ascensión.

Basilio y su acompañante suben por la Canal Honda, pero yo llevo a Carolina, Mary y Marta por el atajo que evita pasar por aquel pedrero tan insufrible de la Canal Honda, nosotros subimos por el Collado Solano, que ofrece ya unas vistas magníficas del Cares y del Monte Corona.

Después del Collado Solano llegamos a la base de la Torre Jermosa. Aquí la sensación de altitud y de vacío comienza a hacerse notar, pero lo que a mí más me preocupa es que con este calor y con esta sudada nos hemos quedado ya sin agua, hemos dejado secas las tres cantimploras antes de tiempo.

Para llegar a la fuente del Llambrión todavía nos queda la ascensión más difícil de la ruta, el Argayo Congosto. Marta se acuerda muy bien de este lugar por lo mal que lo pasó, pero esta vez ha subido fenomenal, al igual que Carol y Mary, aunque Carol estaba tan desesperada por beber que se tragó las primeras aguas que vimos descender por el argayo.

Finalmente llegamos al refugio a eso de las seis y media de la tarde. Lo primero que hicimos fue reservar nuestra plaza para asegurar la noche porque por allí había numerosos montañeros y por un momento llegué a pensar que podríamos quedarnos sin sitio. Pero no fue así, el guarda nos reservó tres colchonetas bajo cubierta, de modo que compartiríamos la noche con Basilio y compañía.

Dejamos nuestras cosas en el refugio, fuimos a la fuente para asearnos y nos acercamos a la Torre Jermosa para ver la espléndida puesta de sol.

Hacía mucho tiempo que no dormía en el interior del refugio, las últimas veces que vine a Collado Jermoso monté la tienda de campaña en los alrededores. Hemos dormido relativamente bien a pesar de los ronquidos de los acompañantes. Para hoy he propuesto subir a la Torre de Palanca pero en cuanto he visto las caras de mis tres acompañantes he descartado la idea.

Después de desayunar y de recoger el equipo nos despedimos del guarda y de Basilio y comenzamos a caminar hacia Las Colladinas. Allí nos hicimos varias fotos:
El resto del camino hacia la Vega de Liordes fuimos disfrutando del paisaje y de los rebecos. El camino por aquí es mucho mas suave que el de ayer y Carol, Mary y Marta marchan a muy buen ritmo. En la Vega de Liordes aprovechamos para comer y para tirarnos en la hierba durante un buen rato. Es un lugar maravilloso, yo me siento genial, estoy en el corazón de los Picos en compañía de mi novia y con dos de mis mejores amigas, ¿qué más se puede pedir?

Después de la Vega de Liordes tocó subir hacia el Collado de Liordes y bajar por el Sedo de Pedabejo. En este sedo Marta tubo problemas con el vértigo y tuve que despojarla de nuevo de su mochila para que pudiera destrepar por el sedo con seguridad.

Una vez llegados al Caben de Remoña tomamos las veredas que descienden poco a poco hacia Santa Marina de Valdeón y llegamos a Posada pasadas las siete de la tarde. Ha sido un fin de semana memorable, mañana toca regresar a la vida cotidiana en León. Espero volver pronto a los Picos.