domingo, 28 de junio de 1992

Canal de Capozo y La Pedriza Carbanal.

Desde Posada de Valdeón y siguiendo el curso del Río Cares el valle se cierra hasta la Garganta que conduce al último pueblo de León, Caín, punto de partida de la Senda del Cares. Pero antes se extiende en el Monte Corona el bosque mixto mejor conservado de la Península Ibérica, un bosque en el que conviven hayas, robles, arces, avellanos, tilos, fresnos, nogales, abedules...

En la vertiente del Monte Corona que asciende hacia el Macizo Occidental de los Picos de Europa discurre un sendero que conduce a la Vega Huerta a través de la Canal de Capozo. Vega Huerta es la base para las ascensiones a Torre Santa, la cumbre más elevada del Macizo Occidental.

La ruta de ascensión a la Vega Huerta por la Canal de Capozo ofrece un montón de atractivos, como el atravesar los bosques del Monte Corona, contemplar el nacimiento del Arroyo de La Farfada directamente desde las entrañas del murallón rocoso, contemplar desde lo alto la frondosidad del bosque de Corona, adentrarse hacia lo profundo de la angosta Canal de Capozo a los pies de las paredes del Cueto Agudos, ascender por los pastos de la Pedriza Carbanal y descubrir la colosal estampa de la Peña Santa a medida que nos vamos acercando a Vega Huerta.


El año pasado descubrí solo algunas de las maravillas naturales de los Picos de Europa: El Naranjo de Bulnes, Collado Jermoso, el bosque de Vegabaño... Pero sé que estos paisajes esconden otras muchas sorpresas, así que me he propuesto para este año 1992 un montón de rutas y aventuras para descubrir en profundidad este increíble paraje natural tan cercano a casa.

Al principio del año, el 3 de enero, fuimos a Posada de Valdeón Carlos, Ricardo y mis hermanos Luis y Laura para pasar un fin de semana rural que aprovechamos para conocer la aldea de Caín de Arriba, el Monte Corona y La Farfada. Nos enteramos entonces de que el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga convocaba plazas para trabajar durante el verano.

Nos presentamos a la convocatoria de selección del Parque Laura, Ricardo, Carlos y yo, a parte de un montón de gente residente en el valle y en los alrededores. Dábamos por hecho que el Parque iba a contratar a gente del Valle de Valdeón, pero aun así no perdimos la esperanza y nos presentamos dispuestos a superar la prueba. Las preguntas no eran muy difíciles, pero había alguna bastante compleja porque utilizaba la toponimia propia del lugar de la cual todavía no éramos muy conocedores. A pesar de todo, Laura hizo un gran examen y superó la prueba, fue seleccionada junto a otra chica residente del Valle. Así que trabajará durante el verano en el Parque Nacional: ¡Qué suerte! y ¡qué envidia! Pero lo bueno para mí es que podré visitarla y hacer un montón de rutas por el Valle de Valdeón.

Para este fin de semana, último del mes de junio, nos hemos propuesto alcanzar la base de Torre Santa subiendo por la Canal de Capozo y encontrar esa misteriosa Cueva del Agua de la que nos han hablado las gentes del valle. Sabemos que se haya escondida en algún lugar de la canal y que es el único punto donde podremos abastecernos de agua una vez superada la Farfada.



Partimos del Mirador del Tombo, a unos 800 m. de altitud en las proximidades de Cordiñanes, desde donde se inicia la senda. Sabemos que tenemos que descartar cualquier bifurcación que gire hacia la derecha.

Después de caminar durante unos 30 minutos, nos adentramos en el bosque de Corona en su parte más elevada y próxima al murallón rocoso. Pronto comenzamos a escuchar las aguas torrenciales de La Farfada, que es precisamente ahora en la primavera cuando bajan con mayor caudal por el deshielo. Nos han contado que en este lugar encontraron este invierno el cadáver de un montañero que se había despeñado desde la Canal Tras La Envernosa.


La senda cruza La Farfada a través de un puentecillo de madera y se adentra en las profundidades del bosque a medida que nos aproximamos a la base de la Canal de Capozo. Hay que pasar por varios argayos y un sedo bastante imponente que ofrece unas vistas espectaculares del todo el Valle de Corona.

Una vez superado el sedo comienza la ascensión más pronunciada por la canal mientras van desapareciendo las hayas del bosque por la altitud, más o menos a unos 1.400 m. De vez en cuando miramos hacia el cielo porque se están agrupando demasiadas nubes, pero de pronto nos topamos con los restos de un corzo aparentemente devorado por una manada de lobos.



A medida que vamos avanzando van mejorando las vistas del Macizo Central, tenemos justo en frente el Collado Jermoso y la Canal de Asotín. Pero el cielo se está oscureciendo cada vez más y todavía no hemos encontrado la Cueva del Agua.

Sabemos que en algún punto en torno a los 1.530 m. de altitud tenemos que apartarnos de la senda hacia la izquierda y buscar una oquedad en el terreno. No se ve a simple vista, hay que apartarse y buscar hasta toparse con ella, es la Cueva del Agua; en su interior hay un manantial de aguas frías y cristalinas, un sitio perfecto para descansar, comer y refugiarse de la posible tormenta que se avecina.

Salimos y seguimos caminando, y pronto me llama poderosamente la atención la extraña forma del murallón rocoso que se distingue hacia arriba, es como si la roca hubiese sido horadada por un glaciar. Es el final de la Canal de Capozo abriéndose paso hacia la Pedriza Carbanal, desde donde podemos distinguir ya la característica silueta de la Peña Santa.


El agotamiento y la amenaza constante de tormenta nos obliga a darnos la vuelta con el tiempo justo para regresar. Nos habíamos planteado la posibilidad de alcanzar los Puertos de Cuba para descender por el Hoyo Verde hacia la Canal de Mesones directamente a Caín, pero ni de lejos, comienza a tronar y a chispear de vez en cuando. Mientras bajábamos a toda prisa por la canal escuchando los truenos me acordaba de mi primo Nani, que murió a causa de un rayo que le cayó precisamente cuando estaba en la cumbre de Peña Santa. Siempre hay que tenerle respeto a las tormentas en los Picos de Europa, así que nos refugiamos en la Cueva del Agua hasta que las fuerzas de la naturaleza se tranquilizaron.