sábado, 14 de febrero de 2009

Ascensión al Monte Abantos (1.758 m.)

San Lorenzo de El Escorial se encuentra rodeado por un circo de montañas pertenecientes a las últimas estribaciones de la Sierra de Guadarrama. Con una altitud de 1.758 m. (700 m. de desnivel desde San Lorenzo), el Monte Abantos constituye una enorme cresta granítica que confiere al paisaje local un carácter muy singular, motivo por el cual ha sido protegido por la figura legal de "Paisaje Pintoresco de Interés Nacional".


Es sábado, 14 de febrero, día de San Valentín. El tiempo es soleado, agradable, huele tanto a primavera que Clara y yo nos animamos a salir al campo, a respirar aire puro, a carganos de energía y hacer algo de ejercicio. Nos cogemos "La Capri", ella se pone al volante (es la primera vez) y nos vamos por la mañana hacia San Lorenzo de El Escorial.


A los pies del Monte Abantos se extiende un gran pinar que casi llega hasta lo más alto. Nos adentramos en el bosque siguiendo uno de los numerosos senderos que lo atraviesan y poco a poco vamos ganando altura. A medida que avanzamos, el paisaje es cada vez mejor, comienza a aflorar la roca, comienzan a aumentar los desniveles, llegamos a los primeros neveros, y casi sin quererlo, alcanzamos el final del pinar. Pero Clara está cansada, es tarde, el sol comienza a ponerse y decide que es el momento de dar la vuelta y comenzar el descenso. Pero yo siento la cumbre muy cerca y me resisto a abandonar. Esta montaña ya me ha enganchado, he llegado al punto de "no retorno", por nada del mundo dejo pasar la oportunidad de hacer cumbre estando tan cerca.




A toda prisa comienzo la ascensión trepando por grandes bloques graníticos mientras Clara desciende tranquilamente por el pinar. Estoy disfrutando al máximo, el paisaje es sobrecogedor, a mis pies veo San Lorenzo de El Escorial con su enorme monasterio, y una gran llanura se extiende hacia el sur con la ciudad de Madrid en la lejanía. Me agarro fuertemente a las rocas, el sol se está poniendo y cada vez veo más cerca la cumbre. Pero cuando alcanzo las últimas trepadas, me doy cuenta de que la cumbre está todavía más arriba. Por un momento me planteo desistir, el sol está ya muy cerca del horizonte, es tarde, camino sobre nieve y no he traído el equipo adecuado, y sobre todo, no puedo arriesgarme a realizar un descenso a ocuras.


Pero no lo puedo evitar, ya veo el vértice geodésico. Además, voy a ser testigo de una puesta de sol desde la cumbre del Abantos, y llevo mi cámara encima. Sin más, continuo la ascensión. Las piernas se me unden en la nieve, el corazón me late a toda máquina, la cima se me resiste, pero voy a llegar. Finalmente, tras una hora de tremenda ascensión, alcanzo la cumbre, justo a tiempo para disfrutar de la puesta de sol. Saco mi cámara y comienzo a disparar. Me doy una vuelta por el lugar pero no puedo entretenerme, se está oscureciendo el cielo y estoy en terreno desconocido, sin linterna ni equipo apropiado.


Para el descenso decido ir directo por la ladera sur corriendo por la nieve hasta alcanzar el bosque. Después de media hora bajando a toda prisa, ya no veo casi nada. Estoy descendiendo por el bosque sin ninguna referencia, no alcanzo ninguna senda ni nada parecido. Pero se que bajando, bajando y bajando alcanzaré las luces de la última urbanización de San Lorenzo.


Una hora después de estar en la cumbre, llego por fin al pueblo. Ha sido una experiencia extrema que me ha dejado extenuado, pero la adrenalina me ha cargado las pilas y estoy encantado de poder sentir otra vez la montaña, y tan cerca de casa...