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sábado, 21 de abril de 2007

2ª Alta Travesía del Cares (Cuesta Duja).

Cuesta Duja es una pradera de alta montaña literalmente "colgada" en la vertiente del Macizo Central de los Picos de Europa que cae directamente sobre la Garganta del Río Cares. Forma parte del que probablemente sea el mayor desnivel de la Península Ibérica (unos 2.300 m. entre Torre Cerredo y en Río Cares en apenas 2 kilómetros). Su extrema situación la convierte en prácticamente inaccesible, pero los cainejos la han aprobechado desde antaño para alimentar a parte de su ganado. Lo que es increíble es conocer el lugar por donde lograban subirlo...


Siempre he tenido interés por conocer Cuesta Duja, pero solo he podido llegar a este recóndito lugar en una ocasión hace 6 años, cuando enfrasqué en una trepidante aventura a un grupo de amigos de León. Estábamos en el Pando Culiembro a punto de entrar en la Canal de Piedra Bellida cuando les propuse una aventura que no dejaría indiferente a nadie: Cruzar la Canal de Ría hasta Cuesta Duja para luego bajar por Dobresengros a Caín. La travesía no figura en ningún mapa ni en ninguna guía, es una ruta que solo pueden conocer los cainejos. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar ni cómo sortearíamos los impresionantes cortados que iban a aparecer, pero nos lanzamos en una de las aventuras por los Picos de Europa más fascinantes que recuerdo.


Hoy sábado, 21 de abril de 2007, pretendo subir con Clara. Ha venido a pasar el fin de semana conmigo y me las he podido ingeniar para dejar sola a Rosi en el supermercado. Es una ruta muy dura y no se hasta qué punto Clara podrá soportar el esfuerzo; espero que la espectacularidad de los lugares por donde vamos a pasar le hagan olvidar el sufrimiento.


Salimos temprano con el Trepas a Caín para coger la senda del Cares en dirección a Culiembro. El día parece que acompaña aunque se ven numerosas nubes. Desde Culiembro bajamos hacia el Río Cares para cruzar el Puente Vieya (390 m. de altitud).


Y aquí es donde comienza la lenta y durísima ascensión por el Pando Culiembro. Empezamos a acusar el agotamiento ya a los pocos metros de ascensión, pero poco a pocos vamos cogiendo tono y alcanzamos el Horcado Turonero (964 m.). desde donde contemplamos la Canal de Ría que vamos a atravesar para llegar a Cuesta Duja.


En el Horcado Turonero paramos para descansar y reponer fuerzas. Después bajamos a la Canal de Ría que salvo por algún nevero atravesamos sin dificultad. Pero al comenzar la subida por el Monte Cuebre me percato del estado en el que se encuentra el pequeño sendero. Está totalmente cerrado por la maleza y las piedras, lo que prueba que me demuestra que ya no está siendo usado por los cainejos para llevar las cabras a Cuesta Duja. Nos cuesta mucho subir por aquellos desniveles, nos resvalamos con la hojarasca, el barro, las piedras... Al fin llegamos a Cuesta Duja tremendamente agotados. Desde allí disfrutamos de las vistas de Caín, aunque el dia se está encapotando y me preocupa que se ponga a llover.



Descendemos por las praderas de Cuesta Duja para buscar el sedo que baja hacia la Garganta del Cares, pero vamos a parar justo al cortado de cae sobre el Cares; es impresionante, pone los pelos de punta, es como si un cuchillo hubiera cortado de cuajo la Cuesta Duja. Finalmente encontramos el sedo y comenzamos el descenso hacia el Puente Bolín.



sábado, 12 de mayo de 2001

Alta Travesía del Cares (Cuesta Duja).

Cuesta Duja es una pradera de alta montaña literalmente "colgada" en la vertiente del Macizo Central de los Picos de Europa que cae directamente sobre la Garganta del Río Cares. Forma parte del que probablemente sea el mayor desnivel de la Península Ibérica (unos 2.300 m. entre Torre Cerredo y en Río Cares en apenas 2 kilómetros). Su extrema situación la convierte en prácticamente inaccesible, pero los cainejos la han aprobechado desde antaño para alimentar a parte de su ganado. Lo que es increíble es conocer el lugar por donde lograban subirlo...



Lo que comenzó siendo un simple paseo por la Senda del Cares acabó convirtiéndose en una de las mejores aventuras que he vivido en los Picos de Europa. Dos semanas después de llevar al grupo de amigos de Carolina y Raúl al Collado Pambuches hemos organizado otra excursión, esta vez con nuevas incorporaciones, para recorrer los rincones más espectaculares de la Garganta del Cares.

Casi todos conocen la Ruta del Cares, unos la han hecho entera, otros conocen solo la parte de León hasta el Puente Bolín, otros conocen la parte asturiana, y alguno ni siquiera la había hecho hasta hoy. 

Les he llevado hasta la zona de Culiembro enseñándoles las diferentes canales que suben a los dos macizos, Dobresengros, Trea, Ría, Piedra Bellida... En Culiembro decidí bajarles al Río Cares para que cruzaran el río.


Subimos por los Pandos de Culiembro hasta el Horcado Turonero, al inicio de la Canal de Piedra Bellida, un buen lugar para comer disfrutando de unas vistas espectaculares. 


Mientras nos comíamos el bocata saqué el mapa y pensé: "¿Qué tal si les propongo una aventura?". Entonces les planteé dos opciones, la primera: Regresar por donde habíamos venido. La segunda: Cruzar a la vecina Canal de Ría, buscar la forma de llegar a Cuesta Duja y desde allí, bajar al Cares por donde pudiéramos. Esta claro que la primera opción es la más segura, la más asequible y la más razonable. Sin embargo la segunda opción, la más arriesgada, la más inconsciente y la más atrevida es la que les resultó a casi todos mucho más interesante. 

Hasta Cuesta Duja yo se que no hay problemas porque por el mapa se ve claramente que un sendero cruza la Canal de Ría y llega a Cuesta Duja, ¿pero después? No tengo ni idea de cómo bajar desde allí al Cares, aunque se que tiene que haber alguna forma porque he oído a los cainejos hablar un montón de veces de Cuesta Duja como uno de los mejores lugares para llevar a las cabras. Sospecho que tiene que haber algún paso para llegar a la vecina Canal de Dobresengros, pero nunca he estado por allí y no se lo que nos vamos a encontrar. 


Impresionante la Canal de Ría, preciosa, nunca había pasado por ella, solo la había visto desde el vecino Macizo del Cornión, desde la Vega de Ario... Pero es guapísima, me entran ganas de subirla hasta arriba pero es larguísima, llega directamente a los Picos de Dobresengros, al Jou de los Cabrones, pero no hay paso posible salvo cruzar a la vecina Canal del Agua, y creo que es bastante difícil. 


Pasamos por rincones verdaderamente bonitos, con vistas impresionantes, parece que estamos volando sobre el Cares, es espectacular.


Este es el Monte Cuebre, un pequeño halledo que tenemos que cruzar antes de iniciar la ascensión a la Horcadina del Cuebre por unas rampas verdaderamente empinadas. 


Llegados a este punto me doy cuenta de que hay gente que no se trajo cantimplora y el agua comienza a ser un bien escaso. Juntamos las cantimploras disponibles y hacemos balance del agua que nos queda. Decido que es necesario imponer un régimen de racionamiento de agua porque no sabemos cuánto tiempo nos quedará hasta encontrar algún arroyo. Patxi se encargará de controlar el agua y de que cada uno beba solo su parte asignada. 


Se está haciendo tarde, nos estamos quedando sin agua y, por si fuera poco, el tiempo está empeorando. No me quiero ni imaginar qué sería de nosotros si se pone a llover o a tronar estando "perdidos" entre Cuesta Duja y Dobresengros. Alguna chica está empezando a ponerse nerviosa ante la situación y pronto será víctima del pánico si no intervengo con decisión: "¡Tranquilos! Todo está bajo control, no os preocupéis que todo va a salir bien". 


En Cuesta Duja la situación se tranquilizó y nos pusimos a buscar agua como locos. Mientras tanto yo miraba el mapa y buscaba la forma de salir de Cuesta Duja y cruzar a la vecina Dobresengros. "Si llegamos a Dobresengros estamos salvados" les dije a Patxi y a Raúl. "Desde allí arriba podemos buscar un paso hacia la Canal de Cámara y quizás encontremos la forma de llegar a Dobresengros".   


Pero el problema es que son ya más de las siete de la tarde y tan solo nos quedan un par de horas escasas de luz, no hay tiempo para seguir subiendo, hay que bajar ya. 

El tiempo nos da una tregua y se abren  algunos claros que nos facilitan buscar un sedo que baje hacia el Cares directamente desde Cuesta Duja. "Tiene que haberlo" pensaba yo, pero en cuanto llegamos a la parte baja nos sorprende un impresionante cortado. 

Me lo temía, ya me lo habían dicho los cainejos, que Cuesta Duja se precipita hacia el Cares por un cortado.


Pero entonces encontré un sedo, estaba muy poco marcado y discurría por una cresta muy expuesta al vacío, pero no había otra forma de salir de allí. "Tiene que ser por ahí" les dije. 


Comenzamos entonces a descender por el sedo...


Pero llegamos a un punto sin salida: Todo son cortados por un lado y por otro. "Creo que en algún lugar de la bajada nos hemos metido por un camino equivocado" les dije a Patxi y a Raúl. "Pero se está haciendo demasiado tarde y se nos va a caer la noche encima". "Será mejor que busquemos algún lugar donde refugiarnos por si tenemos que quedarnos". Una cueva del lugar podría ser un buen sitio si se diera el caso. "¡Pero no tenemos agua!". "¿Cómo vamos a pasar la noche entera sin agua?". "A mí me preocupa más el frío que el agua", les dije yo...

Las chicas vieron nuestro semblante de preocupación y entró de nuevo el pánico entre el grupo. "Escucharme bien, ésta es la situación: Estamos perdidos. Lo primero que tenemos que hacer es mantener la calma y lo segundo buscar un lugar donde refugiarnos por si se nos cae la noche encima. Dentro de una hora escasa ya no podremos seguir caminando por aquí. Vosotros buscar un lugar seguro y confortable donde podamos pasar la noche y mientras, Patxi, Raúl y yo buscaremos agua por los alrededores". Una chica se echó a llorar, estaba aterrorizada. Me acerqué a ella para tranquilizarla: "No te preocupes, no va a pasar nada, vamos a estar todos bien". Tenía que hacer todo lo posible para que no contagiara el pánico al resto del grupo. 


Fernando se quedó con el resto del grupo para calmar los ánimos mientras Patxi, Raúl y yo nos pusimos a buscar a la desesperada una salida rápida del lugar. Entonces encontramos un canalillo muy expuesto y empinado por el que quizás pudiéramos pasar. "¿Vosotros creéis que las chicas podrán pasar por aquí?" les pregunté. "Es posible". En cualquier caso, o las pasamos por aquí como sea o nos quedamos todos arriba.

Estaba oscureciendo, pero algo me decía que una vez superado ese paso llegaríamos a Dobresengros y estaríamos salvados. "Si pasamos entraremos en la Canal de Cámara, y desde esta canal pasaremos sin problemas a Dobresengros, hay que intentarlo, no perdamos más tiempo". Entonces subimos arriba y se lo dijimos al resto. Todos accedieron a intentarlo. Patxi bajó el primero y desde allí fue ayudando al resto a que bajaran. Yo me quedé el último para tranquilizar el ambiente entre las más asustadas y para ayudarlas a pisar donde debían.

Al final logramos que todos pasaran y descendimos por un pando empinado hasta unas rocas. Estaba ya muy oscuro pero en cuanto cruzamos por aquellas rocas comenzamos a escuchar los sonidos de las aguas torrenciales. "¡Estamos salvados!". "¡Es el arroyo de Dobresengros!".

Por fin pudimos beber agua y llenar las cantimploras para el resto del camino, aunque tendríamos que caminar con mucho cuidado por la Senda del Cares. "¡No hay tiempo que perder, tenemos que caminar rápido para llegar a Caín antes de que oscurezca del todo!"... Ninguno llevábamos linterna. 

Llegamos a Caín sanos y salvos a las diez y media de la noche y por fin pudimos respirar tranquilos. "¡Hemos llegado por los pelos!". Hemos tenido mucha suerte porque teníamos todas las papeletas para habernos quedado perdidos allí arriba. Hemos encontrado el único lugar posible por donde bajar y eso nos ha salvado. 

Para todos de los que han vivido esta aventura, estoy seguro que la recordarán para siempre. 

martes, 13 de abril de 1993

Los Sedos de Oliseda.

Caín ha sido hasta hace relativamente poco la aldea más remota de los Picos de Europa. Sin apenas espacio horizontal los cainejos han tenido que adaptarse a vivir en condiciones verdaderamente extremas; para mantener a su pobre cabaña ganadera tuvieron que aprovechar al máximo los escasos recursos que les ofrecía la verticalidad que les rodeaba. Ello les ha dotado de una habilidad y condiciones físicas propias de los auténticos escaladores.

Con la emigración, el turismo y otras formas de vida más convencionales muchas de las majadas han caído en deshuso y con ellas las sendas y los sedos que las unían con el valle. Son muy pocos los que todavía ascienden por las canales más abruptas que caen desde el Jultayu y las cumbres vecinas, lo que hace que sus sedos se encuentren ahora en condiciones muy desfavorables para ser recorridos con un mínimo de seguridad.

Antonio Gao, "Toñín", es uno de ellos; tiene que superar casi a diario tremendos desniveles y arriesgarse por los sedos y traviesas más peligrosos para localizar sus cabras que muchas veces se enriscan entre los vericuetos de las peñas más inaccesibles.

Mi hermana Laura, que trabaja en el Parque desde el año pasado, ha hecho muy buenas migas con las gentes de Caín y ha tenido la oportunidad de acompañar a Toñín por alguno de los vertiginosos parajes colgados a cientos de metros sobre El Cares. Un día subió por la Canal de La Jerrera hasta los Sedos de Oliseda y se quedó tan impresionada que aprovechando las vacaciones de Semana Santa nos llamó a Carlos, a Ricardo y a mí para que fuéramos a conocer aquel lugar tan espectacular.

Para coger la Canal de La Jerrera hay que subir a Caín de Arriba y pasar por un puentecillo que cruza la riega. La senda está bien marcada y gana altura rápidamente en zig-zag por las escarpadas laderas del Requejo. Media hora después se abre una amplia llanada por la que bajan pequeñas canales; el camino es imperceptible por los largos matorrales, pero sabemos que la nuestra es la que recoge encajonadas las aguas de la riega.


Seguimos subiendo por una ladera muy pronunciada hasta que llegamos a un espolón semi-rocoso tan vertical que parece acabar cualquier posibilidad de continuar. Sin embargo, acercándose al espolón logramos intuir las marcas a modo de escalones que parecen marcar el inicio de los Sedos de Oliseda (990 m.). Las vistas son ya espectaculares y la sensación de vértigo es constante. Un mal paso por aquí y la caída podría ser inevitable, no habría forma alguna de parar. Hay que trepar en zig-zag por un terreno muy vertical mitad roca mitad hierba que no permite el más mínimo tropiezo.


Tras unos 50 metros de trepada semi-vertical llegamos a la parte superior del espolón más tumbada sobre la que nos sentamos para tomar nuestro almuerzo mientras contemplamos las canales de Dobresengros y Moeño del Macizo Central. Hasta aquí hemos llegado, aunque la senda continúa su ascensión hacia la base de la Torre de La Celada para abrirse paso por la Horcada Arenizas (1.809 m.) y continuar hasta los Lagos de Covadonga.

Si la ascensión por los sedos da miedo por la sensación de vacío tan grande, el descenso es todavía peor, no sabes si bajar de espaldas a la roca o bajar marcha atrás sin saber muy bien dónde poner el pie. Una vez superado el trance nos deslizamos por la ladera vertical agarrándonos a las hierbas con las manos; estaban tan resbaladizas que podíamos bajar como si estuviéramos esquiando sobre hierba. Fue muy divertido, hasta que Ricardo se embaló tanto que casi se estampa contra unas rocas. Le dijimos que frenara pero no pudo; cuando logró parar nos enseñó las manos llenas de matojos arrancados.