lunes, 25 de marzo de 1996

La Arboleda del Río Canímar (Cuba).

El Río Canímar es uno de los ríos más caudalosos de Cuba, desde su desembocadura en la Bahía de Matanzas tiene 12 kilómetros navegables que ofrecen la posibilidad descubrir la naturaleza más exótica de Cuba y viajar en la historia al recorrer las aguas en las que corsarios y bucaneros desarrollaron el comercio del contrabando hasta que en 1720 las autoridades coloniales españolas construyeron un fortín al oeste de la desembocadura armado con cuatro grandes cañones. A lo largo del río se han localizado también numerosos asentamientos aborígenes, lo que le convierte en uno de los lugares arqueológicos más importantes de Cuba.

Cansados ya del excesivo bullicio de Varadero hemos contratado los servicios de un par de guías cubanos para que nos lleven a descubrir alguno de los lugares más recónditos e interesantes de los alrededores de Matanzas, quienes no dudaron en llevarnos a La Arboleda, un paraje al margen del Río Canímar accesible solo en bote desde el embarcadero de Matanzas y donde podríamos disfrutar de un sitio tranquilo rodeados de naturaleza salvaje y lejos del complejo turístico.

Se trata de un cañón con escarpas erosivas muy abruptas rodeado de bosque tropical en el que hemos podido distinguir mangles, laureles, palmas, cocoteros, guayabos... También hemos podido escuchar los catos típicos de la avifauna tropical además de disfrutar de la presencia de numerosos flamencos y garzas.

En La Arboleda hemos desembarcado para descansar un buen rato tumbados en confortables hamacas mientras esperábamos para degustar una excelente comida criolla que nos ofrecieron con un montón de frutas exóticas propias del lugar.

Mientras los demás se divertían con las diversas atracciones del lugar Marta y yo nos cogimos una canoa y nos fuimos a remar por el lugar para acercarnos hasta la otra orilla y ver más de cerca la exuberante vegetación ribereña.

Con esta excursión hemos terminado nuestro Viaje de Fin de Carrera a la isla de Cuba. Ha sido una semana que me hubiera gustado aprovechar más desde un punto de vista naturalista, pero he tenido que repartirme entre saciar mi ganas de aventura para descubrir la naturaleza más salvaje de estas latitudes y compartir con Marta y el resto de mis compañeros algunas de las visitas más turísticas de la isla, como la obligada visita a las ciudades de La Habana y Matanzas.

Además de los lugares que he visitado me llevo como recuerdos la grandísima amabilidad de los cubanos que a pesar de vivir en la pobreza más extrema se afanan en agradar a los turistas, el hambre que he pasado durante todos estos días en los que me he alimentado casi exclusivamente de plátanos, la variedad de coches y camiones clásicos clonados con piezas fabricadas por los propios cubanos.

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