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viernes, 1 de diciembre de 2006

Ascensión a la Torre de Arestas (2.108 m.).

Las Torres de Arestas (2.108 m.). se elevan verticalmente sobre la Vega de Arestas frente al pueblo de Cordiñanes, en el Macizo Occidental de los Picos de Europa. Su ascensión clásica, que supone salvar un desnivel de casi 1.200 m. desde Posada de Valdeón, se realiza desde el Horcado Pambuches.



Es viernes 1 de diciembre de 2006. El invierno no ha llegado aún a los Picos de Europa y Julio y yo vamos a realizar una de las grandes ascensiones a Picos que pueden realizarse desde Posada de Valdeón, las Torres de Arestas. Pero vamos a evitar la vía clásica del Horcado Pambuches para subir por el Argayo de Arestas, una subida más directa pero muy vertical y mucho más peligrosa por la cantidad de desprendimientos y argayos que en ella se producen. Para ello vamos a contar con el mejor guía que podríamos tener, Juan Ramón, de Cordiñanes, que se conoce estas montañas como la palma de la mano.



Comenzamos temprano a subir por Pantivalles (1.181 m.) hasta la Vega de Arestas. Por el camino nos encontramos a un montañero solitario que pretende subir a La Bermeja, pero en cuanto conoce nuestro propósito le parece mucho más atractiva nuestra expedición y decide unirse al grupo. Seguimos caminando mientras entablamos conversación con el nuevo expedicionario cuando de pronto Juan Ramón se para y nos muestra por dónde vamos a subir. No me lo puedo creer, lo primero que me pasa por la mente en ese momento es que no lo voy a conseguir... ¡Es casi una pared! Y Julio al final no trajo las cuerdas....

Pues nada, a tragar saliva y a subir, sin pensarlo. Me agarro como una lapa a las piedras, pero todas se mueven, menos mal que hay hierbas altas y puedo agarrarme a ellas con cierta seguridad, y lo mejor es no mirar hacia abajo. Y Juan Ramón sube como si nada, con su cachava en la mano, es increíble.

Me imagino que el nuevo acompañante sospechara en esos momentos no ser muy consciente de la decisión que había tomado...

Tras unos cien metros de ascensión casi vertical llegamos por fin al Argayo de Arestas. Está todo lleno de piedras sueltas con las que tenemos que tener mucho cuidado, si resvalamos con una de ellas la caída va a ser imparable. Prefiero no pensarlo y asegurar bien cada paso que doy.


A medida que vamos subiendo por el argayo notamos el efecto de la altitud, por cada dos pasos subimos más un metro, la pendiente es enorme, pero estoy disfrutando al máximo con las vistas... son impresionantes:


Juan Ramón nos cuenta que por este argayo no sube nadie, que es muy peligroso y termina prácticamente en una pared. Yo le pregunto entonces cómo vamos a pasar nosotros por esa pared y él responde que conoce un paso muy expuesto pero que pasaremos sin problemas (eso espero...).


Seguimos subiendo poco a poco a medida que el argayo se va haciendo cada vez más vertical. De pronto descubrimos una enorme sima de la que no se ve el fondo. Lanzamos varias piedras pero prácticamente no se escucha hasta dónde llegan. Juan Ramón nos confiesa que no la conocía, que no recordaba haberla visto e otras ocasiones, y tiene curiosidad por meterse en ella algún día.

Y seguimos subiendo hasta que la pendiente ya no nos deja dar un paso en firme. Hay que buscar por dónde pasar. Juan Ramón no recuerda exactamente dónde está aquel famoso paso del que hablaba antes. Julio, que es el más experimentado de nosotros, examina el terreno y nos indica por dónde debemos pasar. Yo prefiero no mirar hacia abajo para mantener la calma, pero la verdad es que pocas veces he pasado por un sitio tan expuesto como este, con esa caída.




Una vez superado ese paso, alcanzamos el primer objetivo, llegar al final del argayo, a la llamada "Mesa del Pino", un horcado muy cerrado que da paso a la Canal Tras La Envernosa. Desde este punto las vistas son espectaculares, mires por donde mires... Hacia el norte, la enorme hendidura del Cares con el Mar Cantábrico al fondo, y os aseguro que vi pasar un petrolero.

Hacia el este el magestuoso macizo del Llambrión (2.642 m.) con La Torre de Palanca (2.614 m.) y por supuesto Collado Jermoso a sus pies:



Y hacia abajo, el Monte Corona. La verdad es que son unas vistas impresionantes, un auténtico balcón al que acojona asomarse y llegar hasta él, pero esto lo compensa todo...


Hemos descansado y repuesto fuerzas para acometer el tramo final de la ascensión. Hace bastante frío y en las zonas de umbría hay nieve helada. Intentamos evitarlas hasta que damos con una chimenea que conduce directa a cumbre.



Ahora ya sí que veo que voy a poder llegar. Estoy disfrutando a tope, está siendo una ascensión increíble. Todavía no me puedo creer que haya podido llegar hasta aquí. Y por fin llegamos a la cumbre, a 2.108 m. No hay palabras, es imposible describir esto.

Y para celebrarlo, sacamos la tortilla, el chorizo, la bota de vino... nos pusimos finos...
Hemos subido por una zona prácticamente inaccesible, podría decir que incluso inexplorada, y nadie mejor que Juan Ramón, natural de Cordiñanes, para confirmarlo. Ha sido increíble, nos ha brindado la oportunidad de conocer los rincones más recónditos de los Picos de Europa.


Y para el regreso, como no podía ser de otra forma, bajamos hacia el Horcado Pambuches, entre las Torres de Arestas y la Torre Ciega. Es la segunda vez que paso por el Horcado, pero esta vez en descenso, lo cual no es nada fácil, las piedras caen constantemente y es muy difícil agarrarse con seguridad.

Llegamos sanos y salvos, aunque con las piernas cansadas del descenso tan acusado. A los pocos días comenzaron a llegar las primeras nieves del invierno. Pero siempre que paso por Cordiñanes me fijo en la Mesa del Pino y en cómo llegamos hasta ella por el Argayo Arestas, me quedo sobrecogido.

sábado, 20 de julio de 2002

Travesía por el Cornión (Macizo Occidental de los Picos de Europa)

La Torre Bermeja es la peña situada más al sur del Macizo del Cornión (Occidental) de los Picos de Europa. Con sus 2.393 m. de altitud ofrece una espectacular visión de Torre Santa (2.596 m.), del Mar Cantábrico, de Asturias y de la Cordillera Cantábrica. Su ascensión desde Posada de Valdeón supone salvar un desnivel de 1.465 m. Pero el paso por la Canal de Pambuches, Collado Verde y Canal del Bufón recompensa y mucho el gran esfuerzo físico.


Es la cuarta vez que realizo la ascensión a la Torre Bermeja y no será la última porque hoy por hoy es la ascensión más atractiva de las que conozco en los Picos de Europa. La subí por primera vez hace diez años, aquella ascensión en solitario el día 13 de agosto de 1992. Poco después volví a subirla acompañado de Carlos y Ricardo cuando planificamos una aproximación a Torre Santa. Y el 11 de julio de 1993 la subí por última vez durante aquella Travesía por el Macizo Occidental que hice junto a Alberto y Oscar.


En esta ocasión me acompañan Raúl y David (los hermanos de Carolina) y dos montañeros más que se han apuntado para la ocasión. Para David es la primera vez que va a realizar una ascensión, de hecho, es la primera vez que se mete en la Montaña, tan solo tiene 16 años de edad y esperamos que esta travesía suponga su iniciación en el mundo del alpinismo. 


Hemos madrugado tanto que salimos de León todavía de noche, todo para llegar lo más pronto posible al Valle de Valdeón. A las ocho de la mañana ya estábamos subiendo por Pantivalles hacia la Canal de Pambuches. 


El calor es abrasador, sospecho que por la tarde se formarán nubes de evolución y habrá tormenta, espero que no estropeen lo que tengo pensado para el descenso, ellos todavía no lo saben pero cuando estemos en la cumbre voy a proponerles que vayamos hasta Vega Huerta, todo dependerá del tiempo que haga y de cómo responda el joven David a la ascensión. 


Aquel collado que se ve allí arriba es el Collado Verde. Vamos a subir por la vía normal, por la Canal del Bufón. La trepada es perfecta para disfrutar, todos están respondiendo formidablemente, incluso David parece que está disfrutando, de momento no ha dicho ni "mu". 


La ascensión se ha dado muy bien, hemos subido todos como tiros y poco antes de las doce del mediodía ya estábamos todos pisando cumbre.


Una vez más vuelve a impresionarme la descomunal cara sur de la Torre Santa.


El tiempo acompaña, todavía tenemos muchas horas por delante y de fuerzas vamos todos sobraos, de modo que mi propuesta de seguir adelante con la travesía hacia Vega Huerta fue bien acogida por el resto del grupo.




Para descender hacia el Camino del Burro hay que bajar primero por un argayo bastante pronunciado y muy quebradizo. 

El resto del camino hasta Vega Huerta se hizo sin problemas, mucho calor eso sí, calor y sed, nos quedamos sin agua poco antes de llegar a Vega Huerta. Menos mal que todavía llegaba un hilillo de agua a la fuente y pudimos llenar con paciencia las cantimploras. Descansamos lo justo para bajar hacia la Pedriza Carbanal y enroscarnos en la Canal de Capozo.


Al final el tiempo se portó y bajamos por la Canal de Capozo si sobresaltos. Se hizo largo, muy largo, el pobre David estaba ya que no podía dar un paso más. Pasamos por la Cueva del Agua, La Farfada, Cordiñanes y llegamos a Posada. Ahora bien, esos tres kilómetros entre Cordiñanes y Posada se hicieron eternos...

domingo, 22 de abril de 2001

Cueva del Agua (Canal de Capozo).

En la vertiente del Monte Corona que asciende hacia el Macizo Occidental de los Picos de Europa discurre un sendero que conduce a la Vega Huerta a través de la Canal de Capozo. Vega Huerta sirve de base para las ascensiones a Torre Santa, la cumbre más elevada del Macizo Occidental.

La ruta de ascensión a Vega Huerta por la Canal de Capozo ofrece un montón de atractivos, como el atravesar los bosques del Monte Corona, contemplar el nacimiento del Arroyo de La Farfada directamente desde las entrañas del murallón rocoso, contemplar desde lo alto la frondosidad del bosque de Corona, adentrarse hacia lo profundo de la angosta Canal de Capozo a los pies de las paredes del Cueto Agudos, ascender por los pastos de la Pedriza Carbanal y descubrir la colosal estampa de la cara sur de Torre Santa a medida que nos vamos acercando a Vega Huerta.

Mi amiga Carolina me sugirió hace unos días que organizara una ruta interesante para llevar de guía a sus amigos de León por los Picos de Europa. Tenía que ser una ruta para hacer en una única jornada, que tuviera cosas interesantes para ver, que partiera del Valle de Valdeón, y que no fuera la archiconocida Ruta del Cares. Pensé entonces en la Cueva del Agua de la Canal de Capozo, un lugar que descubrí hace unos años y que seguro a ellos les va a gustar.

En cuanto Carolina me presentó a sus siete acompañantes (su hermano Raúl, Patxi, Fernando, Laura...) supe que todos ellos estaban dispestos a vivir una gran aventura por los Picos de Europa, porque a pesar del frío y del mal tiempo que nos acompaña ninguno de ellos puso el más mínimo reparo a iniciar la ruta por muy dura que fuese.

Partimos del Mirador del Tombo en Cordiñanes siguiendo la senda de La Farfada. De vez en cuando nos caen del cielo unas gotillas de agua pero no parece que el tiempo vaya a empeorar demasiado. Todos están muy animados y en cuanto entramos en el Bosque de Corona nos hicimos esta foto con mi nueva cámara digital.

En pleno mes de abril La Farfada tiene que estar soltando mucha agua, aunque realmente es mayo el mejor mes para ver la gran cascada que nace directamente de la roca fruto del deshielo. Aun así cruzar el maltrecho puentecillo que cruza el torrente no es tarea fácil.

Por esta zona son frecuentes los aludes de nieve que caen de la parte alta del macizo, algunos de ellos caen con tanta fuerza que arrasan con todo a su paso llevándose por delante rocas y arrancando árboles del suelo. Estos árboles obstaculizan el paso de la senda hacia la entrada de la Canal de Capozo.

Una vez alzanzada la Canal de Capozo y superado el sedo que la da acceso comienza la ascensión más dura de ruta, más complicada cuando se hace con el suelo mojado con es nuestro caso. Eso sí, comenzamos a disfrutar de las grandes panorámicas del Monte Corona.

A medida que ganamos altitud aumenta la sensación de frío y aumentan las ganas de llegar a la cueva que se hace de rogar, sobre todo en los tramos finales cuando crees haberla encontrado y resulta estar todavía más arriba. Está comenzando a llover y no hay mejor lugar para resguardarse que la cueva.

Algunas de las chicas comienzan a agotarse y poco a poco se van quedando atrás. Raúl es el más activo del grupo y anima al resto de la gente a seguir adelante, pero los ánimos se van agotando a medida que ven que no acabamos por alcanzar el objetivo.

Pero por fin alzanzamos la cueva y no les quedó más remedio que afrontar los últimos esfuerzos para reunirse con nosotros. En el interior de la cueva hace mucho frío, no se ve nada, todo está oscuro y mojado. Con el tiempo justo para regresar sacamos de las mochilas los bocadillos y reponemos fuerzas para el largo descenso.

domingo, 28 de junio de 1992

Canal de Capozo y La Pedriza Carbanal.

Desde Posada de Valdeón y siguiendo el curso del Río Cares el valle se cierra hasta la Garganta que conduce al último pueblo de León, Caín, punto de partida de la Senda del Cares. Pero antes se extiende en el Monte Corona el bosque mixto mejor conservado de la Península Ibérica, un bosque en el que conviven hayas, robles, arces, avellanos, tilos, fresnos, nogales, abedules...

En la vertiente del Monte Corona que asciende hacia el Macizo Occidental de los Picos de Europa discurre un sendero que conduce a la Vega Huerta a través de la Canal de Capozo. Vega Huerta es la base para las ascensiones a Torre Santa, la cumbre más elevada del Macizo Occidental.

La ruta de ascensión a la Vega Huerta por la Canal de Capozo ofrece un montón de atractivos, como el atravesar los bosques del Monte Corona, contemplar el nacimiento del Arroyo de La Farfada directamente desde las entrañas del murallón rocoso, contemplar desde lo alto la frondosidad del bosque de Corona, adentrarse hacia lo profundo de la angosta Canal de Capozo a los pies de las paredes del Cueto Agudos, ascender por los pastos de la Pedriza Carbanal y descubrir la colosal estampa de la Peña Santa a medida que nos vamos acercando a Vega Huerta.


El año pasado descubrí solo algunas de las maravillas naturales de los Picos de Europa: El Naranjo de Bulnes, Collado Jermoso, el bosque de Vegabaño... Pero sé que estos paisajes esconden otras muchas sorpresas, así que me he propuesto para este año 1992 un montón de rutas y aventuras para descubrir en profundidad este increíble paraje natural tan cercano a casa.

Al principio del año, el 3 de enero, fuimos a Posada de Valdeón Carlos, Ricardo y mis hermanos Luis y Laura para pasar un fin de semana rural que aprovechamos para conocer la aldea de Caín de Arriba, el Monte Corona y La Farfada. Nos enteramos entonces de que el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga convocaba plazas para trabajar durante el verano.

Nos presentamos a la convocatoria de selección del Parque Laura, Ricardo, Carlos y yo, a parte de un montón de gente residente en el valle y en los alrededores. Dábamos por hecho que el Parque iba a contratar a gente del Valle de Valdeón, pero aun así no perdimos la esperanza y nos presentamos dispuestos a superar la prueba. Las preguntas no eran muy difíciles, pero había alguna bastante compleja porque utilizaba la toponimia propia del lugar de la cual todavía no éramos muy conocedores. A pesar de todo, Laura hizo un gran examen y superó la prueba, fue seleccionada junto a otra chica residente del Valle. Así que trabajará durante el verano en el Parque Nacional: ¡Qué suerte! y ¡qué envidia! Pero lo bueno para mí es que podré visitarla y hacer un montón de rutas por el Valle de Valdeón.

Para este fin de semana, último del mes de junio, nos hemos propuesto alcanzar la base de Torre Santa subiendo por la Canal de Capozo y encontrar esa misteriosa Cueva del Agua de la que nos han hablado las gentes del valle. Sabemos que se haya escondida en algún lugar de la canal y que es el único punto donde podremos abastecernos de agua una vez superada la Farfada.



Partimos del Mirador del Tombo, a unos 800 m. de altitud en las proximidades de Cordiñanes, desde donde se inicia la senda. Sabemos que tenemos que descartar cualquier bifurcación que gire hacia la derecha.

Después de caminar durante unos 30 minutos, nos adentramos en el bosque de Corona en su parte más elevada y próxima al murallón rocoso. Pronto comenzamos a escuchar las aguas torrenciales de La Farfada, que es precisamente ahora en la primavera cuando bajan con mayor caudal por el deshielo. Nos han contado que en este lugar encontraron este invierno el cadáver de un montañero que se había despeñado desde la Canal Tras La Envernosa.


La senda cruza La Farfada a través de un puentecillo de madera y se adentra en las profundidades del bosque a medida que nos aproximamos a la base de la Canal de Capozo. Hay que pasar por varios argayos y un sedo bastante imponente que ofrece unas vistas espectaculares del todo el Valle de Corona.

Una vez superado el sedo comienza la ascensión más pronunciada por la canal mientras van desapareciendo las hayas del bosque por la altitud, más o menos a unos 1.400 m. De vez en cuando miramos hacia el cielo porque se están agrupando demasiadas nubes, pero de pronto nos topamos con los restos de un corzo aparentemente devorado por una manada de lobos.



A medida que vamos avanzando van mejorando las vistas del Macizo Central, tenemos justo en frente el Collado Jermoso y la Canal de Asotín. Pero el cielo se está oscureciendo cada vez más y todavía no hemos encontrado la Cueva del Agua.

Sabemos que en algún punto en torno a los 1.530 m. de altitud tenemos que apartarnos de la senda hacia la izquierda y buscar una oquedad en el terreno. No se ve a simple vista, hay que apartarse y buscar hasta toparse con ella, es la Cueva del Agua; en su interior hay un manantial de aguas frías y cristalinas, un sitio perfecto para descansar, comer y refugiarse de la posible tormenta que se avecina.

Salimos y seguimos caminando, y pronto me llama poderosamente la atención la extraña forma del murallón rocoso que se distingue hacia arriba, es como si la roca hubiese sido horadada por un glaciar. Es el final de la Canal de Capozo abriéndose paso hacia la Pedriza Carbanal, desde donde podemos distinguir ya la característica silueta de la Peña Santa.


El agotamiento y la amenaza constante de tormenta nos obliga a darnos la vuelta con el tiempo justo para regresar. Nos habíamos planteado la posibilidad de alcanzar los Puertos de Cuba para descender por el Hoyo Verde hacia la Canal de Mesones directamente a Caín, pero ni de lejos, comienza a tronar y a chispear de vez en cuando. Mientras bajábamos a toda prisa por la canal escuchando los truenos me acordaba de mi primo Nani, que murió a causa de un rayo que le cayó precisamente cuando estaba en la cumbre de Peña Santa. Siempre hay que tenerle respeto a las tormentas en los Picos de Europa, así que nos refugiamos en la Cueva del Agua hasta que las fuerzas de la naturaleza se tranquilizaron.

lunes, 26 de agosto de 1991

Mis Primeros Pasos por la Montaña.

Cuando tenía 10 años de edad mis padres me apuntaron a una Escuela de Esquí en la Estación Invernal de San Isidro, que fue donde aprendí a esquiar. Ese fue mi primer contacto directo con el mundo de la Montaña, solíamos ir todos los fines de semana durante el invierno de 1981 y recuerdo perfectamente cómo me quedaba mirando el Pico Susarón cuando pasábamos por el embalse del Porma, justo antes de llegar a Puebla de Lillo. También recuerdo cómo observaba impresionado las inmensas paredes del Pico Torres, o las afiladas crestas del Pico Agujas.

Mi padre también solía llevarnos con frecuencia a las Hoces de Vegacervera, y en la Venta de Getino, donde solíamos parar a comer, pasábamos la tarde antes de regresar a León. Recuerdo que me quedaba mirando la peña que estaba justo en frente de la Venta y un día le dije a mi padre que me dejara subir hasta arriba. Quería ver cómo se veían las cosas desde allí arriba, saber cómo me sentiría al llegar al punto más alto con mi propio esfuerzo. Aquella fue mi primera trepada, la primera vez que sentí cómo fluía la energía de la montaña a través de mi cuerpo.

La primera vez que visité los Picos de Europa fue en una excursión del Colegio P.P. Agustinos organizada por el naturalista profesor Padre Santiago Insunza, quien nos llevó de ruta a conocer el Valle de Valdeón y los Picos de Europa. Fue durante el otoño de 1985, un día lluvioso en el que el autobus nos dejó en Posada y fuimos caminando hacia el Monte Corona, haciendo parada en el Mirador del Tombo. Recuerdo que allí realicé mi primera fotografía con una pequeña cámara "Werlisa" que mi padre me había regalado cuando estuvimos en Ceuta; por suerte aun conservo esa fotografía.

El Padre Insunza nos metió de lleno en el corazón del Monte Corona, llegando a La Farfada y a las inmediaciones de la Canal de Capozo. Tengo pocos recuerdos de aquella excursión, pero no me olvido de lo mucho que me impresionaron las paredes de la Torre de Comea (Cueto Agudos), y las verticalidades que se observaban en el Macizo de enfrente. También recuerdo que encontramos una salamandra común, aun frecuente por aquella época.

Pero esa no fue la única vez que el Padre Insunza nos llevó al campo. Recuerdo otra excursión en la que nos llevó al Puerto de Aralla desde donde ascendimos al Cerro Pedroso (1.914 m.), para luego descender por el arroyo de Polanco hacia Geras de Gordón. Podría decir que aquella fue mi primera ascensión, de la que conservo los recuerdos de las vistas del Embalse de Luna, los parapetos que resisten el paso del tiempo desde la Guerra Civil, la Pica del Cellerón que Insunza llamaba "El Supositorio", el Desfiladero del Palanco y la Hoz de Geras, de la que conservo una fotografía. Debió ser por la primavera de 1986.


A partir de 1987 mi padre comenzó a llevarnos de excursión a conocer un montón de lugares tanto de Asturias como de León. Recuerdo que nos llevó a Riaño antes de que lo inundaran, al Valle de Valdeón, a San Emiliano, a Pajares, a Somiedo... Todavía conservo alguna foto de aquella excursión a los Lagos de Somiedo del verano de 1988.

Durante 1990 me dio fuerte por la bicicleta y comencé a recorrer largas distancias en bici desde León hasta Matallana, Vegacervera, Valporquero, Cármenes, La Vecilla,... casi siempre hacia la Montaña. En julio de 1991, cuando pasábamos el verano en Llanes (Asturias), me llevé la bicicleta para recorrer los pueblos del oriente asturiano. Un día, cuando pasaba cerca de Poo de Cabrales, observé y reconocí en la lejanía al Naranjo de Bulnes. Era una imagen impresionante y no dudé en hacer una instantánea con mi cámara.


Aquella visión motivó que comenzará a interesarme en conocer la geografía de los Picos de Europa y decidí acercarme con la bici al macizo lo más cerca posible. Llegué a Poncebos, allí dejé aparcada la bici y subí caminando a Camarmeña (en aquella época no había carretera). Por fin pude observar el Naranjo de Bulnes más de cerca, pero no lo suficiente, desde la aldea de Bulnes debía verse mejor todavía, así que ascendí a pie por la Canal del Tejo hasta que llegué a Bulnes.


Estaba realmente impresionado paseando por la villa de Bulnes, una aldea totalmente remota en medio de aquellos impresionantes macizos, con sus calles sin asfaltar, sus gallinas, los patos, y aquel burro que porteaba todos los víveres desde Poncebos.


Al regresar a casa les conté a todos mi descubrimiento y rápidamente fuimos todos en coche a recorrer los Picos. El 26 de agosto llegamos a Fuente De y subimos en el teleférico. Reconocí entonces la Peña Vieja, la Peña Remoña, los Horcados Rojos, Áliva... Estaba ansioso por llegar a León y contarle a mis amigos Tato y Alberto mis viajes por aquellas tierras asturianas y proponerles una gran excursión en bici desde León hasta los Picos de Europa.