sábado, 13 de octubre de 2007

Freñana, Nacimiento del Río Cares.

El Río Cares nace en el Valle de Valdeón, en las "Hoyas de Freñana" a los pies del Pico Cebolleda (2.044 m.) y Gildar (2.078 m.). A Freñana se puede acceder por un camino que sube desde la carretera de Posada en la curva de "Braña Redonda", precisamente en el puente que cruza el Río Cares. Pero otra forma de llegar, mucho más atractiva, es por las Cerras de Cuénabres que van a parar al Pico Cebolleda desde el Puerto de Panderrueda (1.459 m.).

Durante mis estudios universitarios en 1994 colaboré en labores de investigación con el catedrático de Botánica y experto en líquenes Arsenio Terrón. En una de las salidas de campo que realizamos al Bosque de Hormas (Riaño) descubrimos la presencia de un extraño líquen muy raro por estas latitudes, pero muy abundante en el Norte de Europa, concretamente en la Península Escandinava. Se trataba de Letharia vulpina, un líquen fruticuloso de intenso color verde amarillento que en Escandinavia utilizaban para hacer un veneno para matar zorros. En España sólo estaba citado en la Sierra de Francia (Salamanca) y en El Teleno (León), y en ambos casos sobre roca. Pero en Hormas lo encontramos sobre grandes tocones de robles muertos.

Desde entonces siempre he sospechado que Letharia vulpina podría estar también presente en el Valle de Valdeón. La he buscado por varios lugares donde sospechaba podría encontrarse, examinando minucisamente cada tocón de roble muerto que me encontraba por el camino, pero nunca la encontré. Hace unos meses un guarda del Parque Nacional encontró un líquen que le llamó la atención, cogió una muestra y a llevó al Centro de Visitantes del Parque en Posada. Nadie lo había visto nunca antes ni supo determinarlo. En cuanto me enteré, subí a las oficinas del Parque y pude certificar que se trataba de la Letharia vulpina. Pregunté dónde lo habían encontrado y me dijeron que por la zona de Freñana.

Es sábado, 13 de octubre de 2007. Han venido a pasar el fin de semana a Valdeón Clara con Silvia y Rafa. El día está inmejorable, así que me organizo para dejar sola a Rosi en el supermercado y preparo una ruta con mis amigos. Les cuento la historia del misterioso líquen y les propongo que me acompañen a Freñana para buscarlo y de paso ver el nacimiento del Río Cares. Desde allí luego buscaremos la forma de descender directamente a Posada por el bosque.

Preparamos los petates, subimos al Puerto de Panderrueda y comenzamos a caminar por la pista que sube hacia la Fuente del Raicedo. Por el camino y para la sorpresa de todos nos encontramos con un monolito dedicado a la memoria de los fusilados en los Picos de Europa durante la Guerra Civil y posterior represión. Al parecer hubo una fosa común cerca del Pontón y varios desaparecidos fueron enterrados por toda esta zona.


En cuanto comenzamos a subir por el bosque comienzo a fijarme en los grandes robles que abundan por el lugar, seguro tiene que haber algún tocón muerto. Y efectivamente, aparecen varios, pero ninguno de ellos con lo que busco. En uno de los descansos, Rafa y yo nos salimos del sendero y damos una vuelta buscando más tocones. De pronto, en uno de ellos, aparece lo que tanto tiempo llevaba buscando:



Se trata de un enorme roble muerto con un gran porte y allí estaba la Letharia vulpina, hermosísima, muy abundante incluso por las ramas. Curiosamente sólo aparece en la cara sur del tocón, mirando hacia Riaño, de modo que no es de extrañar que esté presente por todo el bosque de Cuénabres, Casasuertes y Vegacerneja hasta Hormas. Sigue siendo un misterio cómo ha podido llegar tan al sur, hasta la Península Ibérica.


Después del paréntesis, con sesión fotográfica incluida, continuamos la ruta. En cuanto superamos los 1.700 m. de altitud salimos del bosque y comenzamos a disfrutar del paisaje que nos ofrece la Cordillera Cantábrica.


Y justo delante de nosotros aparece la Hoya de Freñana con el Pico Gildar y Cebolleda. Nos dirigimos hacia las vegas altas, al pie del Gildar para comer al lado del nacimiento del Cares.

Las vistas son inmejorables miremos por donde miremos: Peña Ten, Pileñes, Pontón, Tiatordos, los Picos... el día es tan claro que se ve hasta el Mar Catábrico.


Para el regreso a Posada optamos por bajar directamente por el bosque sin seguir ninguna senda, hasta dar con la pista de Porciles. Pasamos por lugares tan recónditos que cada poco teníamos que parar y disfrutar de las vistas.


Pero atravesando el bosque nos encontramos todavía con más sorpresas: Ya hemos entrado en el Otoño y durante toda la ruta vimos diversas especies de hongos, pero esta Amanita muscaria nos llama la atención por su colorido y por su gran tamaño...


El descenso por el bosque ha sido largo y emocionante. Cuando estaba a punto de anochecer, conseguimos llegar a las pistas forestales de Caldevilla. Ha sido una jornada memorable cargada de emociones que he disfrutado al máximo en compañía de Clara y mis amigos Rafa y Silvia. Lo necesitaba después de semanas de duro trabajo ininterrumpido en el supermercado.