domingo, 3 de diciembre de 2006

El Treparriscos.

Adopté hace unos años el sobrenombre de "Treparriscos" en honor a una de las aves más peculiares que existen, íntimamente ligada a la Montaña y más concretamente a los Picos de Europa, donde vive encaramado en grandes murallones rocosos casi inaccesibles para nosotros a más de 1.500 m. de altitud. Es muy difícil de ver, los pocos afortunados que lo han logrado dicen que es un ave muy inquieta que no para de revolotear como si fuera una gran mariposa, aferrándose a la roca, trepando a saltos e introduciendo el pico por las pequeñas grietas en busca de arañas y pequeños insectos; cuando se posa despliega ligeramente sus alas con pequeños espasmos lo que permite ver los tonos rojizos que tanto le caracterizan.

Es un ave muy escasa en nuestro país, a penas unos pocos centenares de parejas repartidas en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos. Además, sólo puede ser avistada por quienes se adentran en el mundo de la Alta Montaña, de modo que son muy pocos los datos científicos que han podido obtenerse de su estudio. Yo tan solo puedo decir que he logrado escucharlo cantar por los murallones de la Canal de Pedabejo, pero todavía no he tenido la suerte de verlo.

Precisamente tal día como hoy ha aparecido en el Diario de León una noticia sobre el Treparriscos: Han encontrado un ejemplar anillado el los Picos de Europa por un grupo de Ornitólogos nada menos que en Cañamero, en la provincia de Cáceres. Sin duda, otro de los datos curiosos que se obtienen sobre esta especie que añade aun más misterio acerca de su extraño comportamiento.



viernes, 1 de diciembre de 2006

Ascensión a la Torre de Arestas (2.108 m.).

Las Torres de Arestas (2.108 m.). se elevan verticalmente sobre la Vega de Arestas frente al pueblo de Cordiñanes, en el Macizo Occidental de los Picos de Europa. Su ascensión clásica, que supone salvar un desnivel de casi 1.200 m. desde Posada de Valdeón, se realiza desde el Horcado Pambuches.



Es viernes 1 de diciembre de 2006. El invierno no ha llegado aún a los Picos de Europa y Julio y yo vamos a realizar una de las grandes ascensiones a Picos que pueden realizarse desde Posada de Valdeón, las Torres de Arestas. Pero vamos a evitar la vía clásica del Horcado Pambuches para subir por el Argayo de Arestas, una subida más directa pero muy vertical y mucho más peligrosa por la cantidad de desprendimientos y argayos que en ella se producen. Para ello vamos a contar con el mejor guía que podríamos tener, Juan Ramón, de Cordiñanes, que se conoce estas montañas como la palma de la mano.



Comenzamos temprano a subir por Pantivalles (1.181 m.) hasta la Vega de Arestas. Por el camino nos encontramos a un montañero solitario que pretende subir a La Bermeja, pero en cuanto conoce nuestro propósito le parece mucho más atractiva nuestra expedición y decide unirse al grupo. Seguimos caminando mientras entablamos conversación con el nuevo expedicionario cuando de pronto Juan Ramón se para y nos muestra por dónde vamos a subir. No me lo puedo creer, lo primero que me pasa por la mente en ese momento es que no lo voy a conseguir... ¡Es casi una pared! Y Julio al final no trajo las cuerdas....

Pues nada, a tragar saliva y a subir, sin pensarlo. Me agarro como una lapa a las piedras, pero todas se mueven, menos mal que hay hierbas altas y puedo agarrarme a ellas con cierta seguridad, y lo mejor es no mirar hacia abajo. Y Juan Ramón sube como si nada, con su cachava en la mano, es increíble.

Me imagino que el nuevo acompañante sospechara en esos momentos no ser muy consciente de la decisión que había tomado...

Tras unos cien metros de ascensión casi vertical llegamos por fin al Argayo de Arestas. Está todo lleno de piedras sueltas con las que tenemos que tener mucho cuidado, si resvalamos con una de ellas la caída va a ser imparable. Prefiero no pensarlo y asegurar bien cada paso que doy.


A medida que vamos subiendo por el argayo notamos el efecto de la altitud, por cada dos pasos subimos más un metro, la pendiente es enorme, pero estoy disfrutando al máximo con las vistas... son impresionantes:


Juan Ramón nos cuenta que por este argayo no sube nadie, que es muy peligroso y termina prácticamente en una pared. Yo le pregunto entonces cómo vamos a pasar nosotros por esa pared y él responde que conoce un paso muy expuesto pero que pasaremos sin problemas (eso espero...).


Seguimos subiendo poco a poco a medida que el argayo se va haciendo cada vez más vertical. De pronto descubrimos una enorme sima de la que no se ve el fondo. Lanzamos varias piedras pero prácticamente no se escucha hasta dónde llegan. Juan Ramón nos confiesa que no la conocía, que no recordaba haberla visto e otras ocasiones, y tiene curiosidad por meterse en ella algún día.

Y seguimos subiendo hasta que la pendiente ya no nos deja dar un paso en firme. Hay que buscar por dónde pasar. Juan Ramón no recuerda exactamente dónde está aquel famoso paso del que hablaba antes. Julio, que es el más experimentado de nosotros, examina el terreno y nos indica por dónde debemos pasar. Yo prefiero no mirar hacia abajo para mantener la calma, pero la verdad es que pocas veces he pasado por un sitio tan expuesto como este, con esa caída.




Una vez superado ese paso, alcanzamos el primer objetivo, llegar al final del argayo, a la llamada "Mesa del Pino", un horcado muy cerrado que da paso a la Canal Tras La Envernosa. Desde este punto las vistas son espectaculares, mires por donde mires... Hacia el norte, la enorme hendidura del Cares con el Mar Cantábrico al fondo, y os aseguro que vi pasar un petrolero.

Hacia el este el magestuoso macizo del Llambrión (2.642 m.) con La Torre de Palanca (2.614 m.) y por supuesto Collado Jermoso a sus pies:



Y hacia abajo, el Monte Corona. La verdad es que son unas vistas impresionantes, un auténtico balcón al que acojona asomarse y llegar hasta él, pero esto lo compensa todo...


Hemos descansado y repuesto fuerzas para acometer el tramo final de la ascensión. Hace bastante frío y en las zonas de umbría hay nieve helada. Intentamos evitarlas hasta que damos con una chimenea que conduce directa a cumbre.



Ahora ya sí que veo que voy a poder llegar. Estoy disfrutando a tope, está siendo una ascensión increíble. Todavía no me puedo creer que haya podido llegar hasta aquí. Y por fin llegamos a la cumbre, a 2.108 m. No hay palabras, es imposible describir esto.

Y para celebrarlo, sacamos la tortilla, el chorizo, la bota de vino... nos pusimos finos...
Hemos subido por una zona prácticamente inaccesible, podría decir que incluso inexplorada, y nadie mejor que Juan Ramón, natural de Cordiñanes, para confirmarlo. Ha sido increíble, nos ha brindado la oportunidad de conocer los rincones más recónditos de los Picos de Europa.


Y para el regreso, como no podía ser de otra forma, bajamos hacia el Horcado Pambuches, entre las Torres de Arestas y la Torre Ciega. Es la segunda vez que paso por el Horcado, pero esta vez en descenso, lo cual no es nada fácil, las piedras caen constantemente y es muy difícil agarrarse con seguridad.

Llegamos sanos y salvos, aunque con las piernas cansadas del descenso tan acusado. A los pocos días comenzaron a llegar las primeras nieves del invierno. Pero siempre que paso por Cordiñanes me fijo en la Mesa del Pino y en cómo llegamos hasta ella por el Argayo Arestas, me quedo sobrecogido.