domingo, 3 de diciembre de 2006

El Treparriscos.

Adopté hace unos años el sobrenombre de "Treparriscos" en honor a una de las aves más peculiares que existen, íntimamente ligada a la Montaña y más concretamente a los Picos de Europa, donde vive encaramado en grandes murallones rocosos casi inaccesibles para nosotros a más de 1.500 m. de altitud. Es muy difícil de ver, los pocos afortunados que lo han logrado dicen que es un ave muy inquieta que no para de revolotear como si fuera una gran mariposa, aferrándose a la roca, trepando a saltos e introduciendo el pico por las pequeñas grietas en busca de arañas y pequeños insectos; cuando se posa despliega ligeramente sus alas con pequeños espasmos lo que permite ver los tonos rojizos que tanto le caracterizan.

Es un ave muy escasa en nuestro país, a penas unos pocos centenares de parejas repartidas en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos. Además, sólo puede ser avistada por quienes se adentran en el mundo de la Alta Montaña, de modo que son muy pocos los datos científicos que han podido obtenerse de su estudio. Yo tan solo puedo decir que he logrado escucharlo cantar por los murallones de la Canal de Pedabejo, pero todavía no he tenido la suerte de verlo.

Precisamente tal día como hoy ha aparecido en el Diario de León una noticia sobre el Treparriscos: Han encontrado un ejemplar anillado el los Picos de Europa por un grupo de Ornitólogos nada menos que en Cañamero, en la provincia de Cáceres. Sin duda, otro de los datos curiosos que se obtienen sobre esta especie que añade aun más misterio acerca de su extraño comportamiento.



viernes, 1 de diciembre de 2006

Ascensión a la Torre de Arestas (2.108 m.).

Las Torres de Arestas (2.108 m.). se elevan verticalmente sobre la Vega de Arestas frente al pueblo de Cordiñanes, en el Macizo Occidental de los Picos de Europa. Su ascensión clásica, que supone salvar un desnivel de casi 1.200 m. desde Posada de Valdeón, se realiza desde el Horcado Pambuches.



Es viernes 1 de diciembre de 2006. El invierno no ha llegado aún a los Picos de Europa y Julio y yo vamos a realizar una de las grandes ascensiones a Picos que pueden realizarse desde Posada de Valdeón, las Torres de Arestas. Pero vamos a evitar la vía clásica del Horcado Pambuches para subir por el Argayo de Arestas, una subida más directa pero muy vertical y mucho más peligrosa por la cantidad de desprendimientos y argayos que en ella se producen. Para ello vamos a contar con el mejor guía que podríamos tener, Juan Ramón, de Cordiñanes, que se conoce estas montañas como la palma de la mano.



Comenzamos temprano a subir por Pantivalles (1.181 m.) hasta la Vega de Arestas. Por el camino nos encontramos a un montañero solitario que pretende subir a La Bermeja, pero en cuanto conoce nuestro propósito le parece mucho más atractiva nuestra expedición y decide unirse al grupo. Seguimos caminando mientras entablamos conversación con el nuevo expedicionario cuando de pronto Juan Ramón se para y nos muestra por dónde vamos a subir. No me lo puedo creer, lo primero que me pasa por la mente en ese momento es que no lo voy a conseguir... ¡Es casi una pared! Y Julio al final no trajo las cuerdas....

Pues nada, a tragar saliva y a subir, sin pensarlo. Me agarro como una lapa a las piedras, pero todas se mueven, menos mal que hay hierbas altas y puedo agarrarme a ellas con cierta seguridad, y lo mejor es no mirar hacia abajo. Y Juan Ramón sube como si nada, con su cachava en la mano, es increíble.

Me imagino que el nuevo acompañante sospechara en esos momentos no ser muy consciente de la decisión que había tomado...

Tras unos cien metros de ascensión casi vertical llegamos por fin al Argayo de Arestas. Está todo lleno de piedras sueltas con las que tenemos que tener mucho cuidado, si resvalamos con una de ellas la caída va a ser imparable. Prefiero no pensarlo y asegurar bien cada paso que doy.


A medida que vamos subiendo por el argayo notamos el efecto de la altitud, por cada dos pasos subimos más un metro, la pendiente es enorme, pero estoy disfrutando al máximo con las vistas... son impresionantes:


Juan Ramón nos cuenta que por este argayo no sube nadie, que es muy peligroso y termina prácticamente en una pared. Yo le pregunto entonces cómo vamos a pasar nosotros por esa pared y él responde que conoce un paso muy expuesto pero que pasaremos sin problemas (eso espero...).


Seguimos subiendo poco a poco a medida que el argayo se va haciendo cada vez más vertical. De pronto descubrimos una enorme sima de la que no se ve el fondo. Lanzamos varias piedras pero prácticamente no se escucha hasta dónde llegan. Juan Ramón nos confiesa que no la conocía, que no recordaba haberla visto e otras ocasiones, y tiene curiosidad por meterse en ella algún día.

Y seguimos subiendo hasta que la pendiente ya no nos deja dar un paso en firme. Hay que buscar por dónde pasar. Juan Ramón no recuerda exactamente dónde está aquel famoso paso del que hablaba antes. Julio, que es el más experimentado de nosotros, examina el terreno y nos indica por dónde debemos pasar. Yo prefiero no mirar hacia abajo para mantener la calma, pero la verdad es que pocas veces he pasado por un sitio tan expuesto como este, con esa caída.




Una vez superado ese paso, alcanzamos el primer objetivo, llegar al final del argayo, a la llamada "Mesa del Pino", un horcado muy cerrado que da paso a la Canal Tras La Envernosa. Desde este punto las vistas son espectaculares, mires por donde mires... Hacia el norte, la enorme hendidura del Cares con el Mar Cantábrico al fondo, y os aseguro que vi pasar un petrolero.

Hacia el este el magestuoso macizo del Llambrión (2.642 m.) con La Torre de Palanca (2.614 m.) y por supuesto Collado Jermoso a sus pies:



Y hacia abajo, el Monte Corona. La verdad es que son unas vistas impresionantes, un auténtico balcón al que acojona asomarse y llegar hasta él, pero esto lo compensa todo...


Hemos descansado y repuesto fuerzas para acometer el tramo final de la ascensión. Hace bastante frío y en las zonas de umbría hay nieve helada. Intentamos evitarlas hasta que damos con una chimenea que conduce directa a cumbre.



Ahora ya sí que veo que voy a poder llegar. Estoy disfrutando a tope, está siendo una ascensión increíble. Todavía no me puedo creer que haya podido llegar hasta aquí. Y por fin llegamos a la cumbre, a 2.108 m. No hay palabras, es imposible describir esto.

Y para celebrarlo, sacamos la tortilla, el chorizo, la bota de vino... nos pusimos finos...
Hemos subido por una zona prácticamente inaccesible, podría decir que incluso inexplorada, y nadie mejor que Juan Ramón, natural de Cordiñanes, para confirmarlo. Ha sido increíble, nos ha brindado la oportunidad de conocer los rincones más recónditos de los Picos de Europa.


Y para el regreso, como no podía ser de otra forma, bajamos hacia el Horcado Pambuches, entre las Torres de Arestas y la Torre Ciega. Es la segunda vez que paso por el Horcado, pero esta vez en descenso, lo cual no es nada fácil, las piedras caen constantemente y es muy difícil agarrarse con seguridad.

Llegamos sanos y salvos, aunque con las piernas cansadas del descenso tan acusado. A los pocos días comenzaron a llegar las primeras nieves del invierno. Pero siempre que paso por Cordiñanes me fijo en la Mesa del Pino y en cómo llegamos hasta ella por el Argayo Arestas, me quedo sobrecogido.

sábado, 11 de noviembre de 2006

5ª Ascensión a Torre Bermeja (2.393 m.)

La Torre Bermeja es la peña situada más al sur del Macizo del Cornión (Occidental) de los Picos de Europa. Con sus 2.393 m. de altitud ofrece una espectacular visión de Torre Santa (2.596 m.), del Mar Cantábrico, de Asturias y de la Cordillera Cantábrica. Su ascensión desde Posada de Valdeón supone salvar un desnivel de 1.465 m. Pero el paso por la Canal de Pambuches, Collado Verde y Canal del Bufón recompensa y mucho el gran esfuerzo físico.

Es sábado, 11 de noviembre de 2006. Desde que he abierto el supermercado en Posada apenas he podido salir a disfrutar de la Montaña, de los Picos. Pero el verano a terminado y la temporada alta ha finalizado, de modo que hoy me he permitido tomarme el día libre para ascender a la Torre Bermeja. Han pasado cuatro años desde la última vez que la subí, y es la quinta vez, lo que la convierte en la cumbre de los Picos que más veces he visitado. Y voy a subir en solitario, como lo hize la primera vez, en aquel 12 de agosto de 1992... ¡Han pasado catorce años! Pero en esta ocasión tengo la intención de descender por el Sedo del Gato.

Salgo pronto con mi mochila a cuestas hacia Pantivalles. Allí me encuentro a Angel, de Posada, que está vigilando sus vacas, las está llamando para que acudan todas. Mientras subo por la morrena que baja del Horcado Pambuches, compruebo que Angel ya tiene a todas sus vacas a su alrededor.

Hace calor, el día de momento acompaña aunque se están formando algunas nubes. Pero estoy subiendo a buen ritmo; me estoy cronometrando, porque espero alcanzar la cumbre en menos de cinco horas. Mientras subo por las Lleras de Pambuches voy pensando en mis cosas, en mi supermercado, en mi nueva vida, en Clara... Y casi sin darme cuenta alcanzo el Collado Pambuches (1.885 m.). Aquí la parada es obligada; recuerdo que la primera vez que subí la Bermeja paré en este collado a dormir la siesta. Merece la pena asomarse y ver la caída hacia el Monte Piergua. Pero mi objetivo es examinar el terreno para dar con la bajada hacia el Sedo del Gato. Desde aquí no lo distingo muy bien pero creo haber encontrado el camino.


La ascensión por la Canal del Bufón es la parte que más me gusta de esta ruta, la razón por la que subo tantas veces la Bermeja. Y es que no subo por donde está marcada la ruta, prefiero subir pegado a El Bolo, donde hay que agarrarse con las manos y la subida es mucho más vertical, pero miras hacia atrás y ves la enorme pared del Bolo y Valdeón allí abajo, que merece la pena.


Casi sin parar supero la Canal del Bufón y ya con la cumbre a la vista hago una foto con el móvil y se la envío por MMS a Clara. Las nubes van en aumento y alguna de ellas choca con el Macizo, pero de momento no suponen un problema, aunque de cara al descenso por el sedo la visibilidad va a ser crucial.


Por fin alcanzo la cumbre en menos de cinco horas, justo a tiempo para comer y pasar un buen rato allí arriba. Estoy completamente solo, no hay nadie por la zona, pero me encuentro genial.
El piolet de la Bermeja indica 2.393 m. de altitud, pero parece ser que las últimas mediciones la situan exactamente a los 2.400 m.
Las vistas son inmejorables, mires por donde mires. La Torre Santa al norte impone por su magestuosidad, el Macizo Central con Torre Cerredo, Valdeón, Riaño, toda la Cordillera. De hecho, distingo al fondo en la lejanía el Macizo de Peña Ubiña.

Se están formando demasiadas nubes allí abajo, así que comienzo el descenso. En la Canal del Bufón, esta vez sí que bajo por el pedrero, ya que voy mucho más rápido. Pero al coger la bajada hacia el Sedo del Gato ya me encuentro con la niebla. Comienzo a bajar sin pensármelo mucho, pero comienzo a dudar. No hay ningún hito ni ninguna marca que indique el camino, y la niebla me impide distinguir dónde termina la roca y empieza el vacío. Así que en esta ocasión, la prudencia puede conmigo y subo de nuevo a Pambuches para bajar por el mismo sitio.

No conozco el Sedo del Gato, he oído hablar mucho de él pero todavía no he subido nunca por ahí. Se que es bastante peligroso, ha habido excursionistas que han perdido la vida por subir sin conocerlo. No me he querido arriesgar, hay niebla, estoy solo y no conozco el lugar con precisión. Ha sido una decisión acertada. Lo dejo para otra ocasión.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Ascensión a Torre de Friero (2.445 m.)

La Torre de Friero (2.445 m.) es mundialmente conocida por su larguísimo corredor norte, el más largo de España. Con más de 1.000 metros de vía este corredor es codiciado por los mejores escaladores, quienes acuden sobre todo en el invierno para escalarlo. Pero además de su corredor, El Friero es uno de los Picos más característicos del Macizo, por su forma erguida y esbelta.


Es domingo, 3 de septiembre de 2006. La semana pasada fracasó el segundo intento de alcanzar la cumbre del Friero y no he podido recuperarme de la decepción de abandonar cuando estaba ya tan cerca. La primera vez lo había intentado el año pasado, subiendo por la cara sur, pero fue imposible subir por una chimenea de la que se desprendía cualquier roca a la que me agarrara; me quedé a unos 200 m. de la cumbre. Así que lo he organizado todo para volver a intentarlo, aunque tenga que hacerlo en solitario. Finalmente mi hermana Laura ha decidido subir conmigo.

Subimos lo más pronto que pudimos con el Trepas hacia el Caben de Remoña para ascender por el Sedo de Pedabejo hacia el Collado Remoña. Bordeamos las Peñas de Cifuentes y descansamos en la Collada de La Chavida antes de atacar la ascensión.

La primera parte de la ascensión por la terraza hasta la cara norte se resuelve sin dificultad salvo por las numerosas piedras que continuamente se desprenden a nuestro paso. Ya en la cara norte sorteamos con mucho cuidado las enormes grietas que caen hacia Asotín; la sensación de vacío es tan grande que nos hace extremar las precauciones al máximo. Y así, alcanzamos el final del corredor norte para dar con el balcón que asoma hacia Asotín. Hasta aquí llegué la semana pasada acompañado de Clara, Maite y Quique. Fue imposible convencer a Maite para seguir con la ascensión, lo estaba pasando realmente mal y decidimos dar la vuelta.



Pero esta vez voy con mi hermana Laura, que se habituó rápido a la sensación de vacío y está decidida a coronar El Friero conmigo.

Las vistas son espectaculares; el aire es tan limpio que se ve el Mar Cantábrico con toda nitidez, y en el horizonte no dejan de verse montañas en la Cordillera.


Comenzamos a trepar el tramo final de la ascensión por un corredor casi vertical sin demasiada dificultad salvo por la sensación de vacío. De momento no veo la necesidad de asegurarse con cuerda pero cuando terminamos este corredor llegamos a la chimenea que procede del corredor norte y la cosa cambia. Aquí la sensación de vacío es mucho más fuerte y pensando en la bajada ato una cuerda a la roca.

Y por fin llegó el momento más esperado. Tras subir por la chimenea alcanzamos la vía que sube ya directa a la cumbre. Son los últimos metros de la ascensión y la emoción de coronar El Friero hace que nos olvidemos del agotamiento físico. Ya en la cumbre nos fundimos en un fuerte abrazo y no paramos de movernos de un lado a otro para no perder detalle del inmenso panorama que teníamos ante nosotros.

En frente, Collado Jermoso, con su refugio casi insignificante pero que impresiona verlo ahí colgado en la roca...


Y en el otro Macizo, Torre Santa, con la línea del mar en el horizonte. Tomaré esta instantánea para utilizarla como la imagen corporativa de mi negocio en Posada de Valdeón, que por algo he llamado "Supermercado Friero".


Embriagado todavía con la emoción, me siento a enviarle a Clara un mensaje desde mi móvil: "Saludos desde la cumbre del Friero... ojala estuvieras aquí para contemplar lo que tengo antes mis ojos". La semana pasada en su despedida le prometí que le enviaría una foto y un mensaje desde la cumbre, y lo prometido es deuda...



Hacemos un montón de fotos, no quiero perder ningún detalle porque no se cuándo podré volver. Se ve por completo el Valle de Valdeón, la Canal de Asotín, el Monte Corona...

Y no pierdo detalle de mi próximo objetivo en los Picos de Europa: Subir la Torre del Hoyo de Liordes (2.474 m.). Desde aquí puedo ver su posible vía ascensión.


Ha sido emocionante, por primera vez después de mucho tiempo me siento feliz, siento que Valdeón es mi sitio, que he tomado la decisión acertada, siento que he recuperado mi autoestima... Y ha sido un placer poder compartirlo con mi hermana Laura; estoy seguro de que para ella también ha sido muy emocionante, ella también vivió en Valdeón y siempre quiso subir la Torre de Friero. Hoy ha sido un gran día para los dos.


domingo, 27 de agosto de 2006

Aproximación a Torre de Friero (2.445 m.).

La Torre de Friero (2.445 m.) es mundialmente conocida por su larguísimo corredor norte, el más largo de España. Con más de 1.000 metros de vía este corredor es codiciado por los mejores escaladores, quienes acuden sobre todo en el invierno para escalarlo. Pero además de su corredor, El Friero es uno de los Picos más característicos del Macizo, por su forma erguida y esbelta.

Es jueves, 24 de agosto de 2006. Estoy en plena temporada alta y el supermercado marcha estupendamente, hay muchos turistas, hace un tiempo estupendo y dos meses después de ponerlo en marcha todo va sobre ruedas, las ventas son inmejorables, Susi trabaja estupendamente y mis padres han venido a echarme una mano.

Por aquí están mis amigos Quique y Maite, de León, que han venido a pasar unos días de vacaciones a los Picos de Europa. Y no he tardado en ofrecerles una de mis aventuras, intentar nuevamente la ascensión a la Torre de Friero. Precisamente con ellos lo había intentado el año pasado, pero no pudimos llegar a cumbre por intentarlo por la vía más complicada. Este año lo volveremos a intentar, el domingo 27, esta vez por la vía normal.

El viernes entraron en mi súper Clara y Toñi, y resulta que Clara es la sobrina de mi vecina Mary. Por supuesto les ofrecí mi ayuda para todo lo que necesitaran y les animé a que se apuntaran a la aventura del domingo con Quique y Maite, a lo que accedieron sin reparos. Mientras tanto les aconsejé algunas rutas que podían hacer por el valle, incluso me acompañaron a Fuente Dé a recoger la miel ecológica de uno de mis proveedores.

Y llegó el día. Me ha costado organizarlo todo para que en mi ausencia todo vaya bien; es la primera vez que me ausento del supermercado, pero tengo la suerte de contar con Susi, en la que confío plenamente, y tengo además a mis padres. Así que con todo preparado y organizado, me voy de ruta con Quique, Maite, Clara y Toñi. Cogimos temprano el Trepas y subimos al Caben de Remoña. El día es estupendo, presiento que todo va a salir bien. Inmediatamente nos ponemos en marcha para subir por el Sedo de Remoña.

En cuanto llegamos a la Vega de Liordes me percaté de que mi cámara llevaba la batería descargada, así que estas fotos proceden de la cámara de Toñi, que no perdió detalle durante toda la travesía por Cifuentes.

Y los rebecos estaban por allí, como siempre. Durante la marcha yo iba por delante, abriendo camino, pero estaba tan ansioso por llegar a la base del Friero que a veces miraba hacía atrás y comprobaba que a ese ritmo dejaba atrás a mis acompañantes, así que reduje la marcha hasta llegar a La Chavida.

Allí paramos para descansar y comer para retomar fuerzas. En ese momento Toñi renunció a continuar con la ascensión, estaba muy cansada y prefirió quedarse por el lugar a descansar y tirar algunas fotografías. Lo demás emprendimos la ascensión con Quique y Maite a la cabeza. Clara y yo íbamos por detrás, tranquilamente, paso a paso, momento que aproveché para entablar conversación con ella, aunque el agotamiento de la subida y los nervios que llevaba encima a penas me dejaron articular palabra.


Cuando llegamos al paso más delicado, después de sortear las descomunales caídas hacia Asotín por el corredor norte, nos encontramos a Quique y Maite atascados. Maite está tan sobrecogida por el impresionante vacío que no puede dar un paso más. En ese momento, agarro la mano de Clara y la ayudo a dar el último salto hasta alcanzar la terraza sobre la Aguja de Maria Luisa. Yo les digo que ya estamos muy cerca, a pocos metros de la cumbre, pero Maite se niega a trepar por aquella chimenea tan expuesta. Clara no dice nada, sólo disfruta de las vistas, y Quique está dispuesto a intentarlo en otra ocasión.

En otras circunstancias les hubiera dicho que regresaran a La Chavida mientras yo alcanzaba la cumbre, pero había una fuerza aun mayor que me impedía separarme de Clara... Por un momento nos quedamos allí, los dos solos, tumbados sobre la terraza, todavía impresionados con la altitud, queriendo decir algo pero sin saber qué decir...

Finalmente, regresamos al encuentro con Toñi en La Chavida y descendimos por el pedrero hacia el Caben. Mi frustración por no alcanzar la cumbre estando tan cerca podría haber sido insoportable, pero en ese momento mi cabeza estaba en otro lado, sin importar otra cosa nada más que estar cerca de Clara.




No obstante, me he prometido a mí mismo intentarlo de nuevo la próxima semana, llegar a la cumbre y enviarle a Clara un mensaje desde allí mismo.

miércoles, 14 de junio de 2006

Proyecto de vida en Posada de Valdeón: Apertura del "Supermercado Friero".

Tan pronto como el banco aprobó el proyecto de poner en marcha el nuevo supermercado rural de Posada de Valdeón, me puse a trabajar en la contratación del personal para iniciar las obras del acondicionamiento del local lo antes posible.

El 16 de marzo comenzaron las obras y mientras los operarios trabajaban a diario yo iniciaba los contactos con los diferentes proveedores a la vez que diseñaba el procedimiento operativo para la puesta en marcha. La idea no era abrir un simple supermercado, yo quería ir más allá y ofrecer todo tipo de servicios, tanto a los residentes en el valle como a los visitantes y turistas: Productos típicos, artesanía local, regalos y souvenirs, material de montaña, libros, mapas y guías, servicios de telerecarga,... y lo más innovador, un ciber rural.


He trabajado a contrareloj durante tres meses para abrir lo antes posible y aprovechar la temporada alta, hasta que ha llegado el día en el que todo se ha hecho por fin realidad. Hoy miércoles 14 de junio de 2006 abre sus puertas al público en Posada de Valdeón el "Supermercado Friero":








miércoles, 26 de abril de 2006

2ª Ascensión al Pico Tesorero (2.570 m.).

El Pico Tesorero (2.570 m.) se encuentra en el corazón del Macizo Central de los Picos de Europa. En su cumbre coinciden los límites provinciales de Asturias, León y Cantabria. La vía clásica para su ascensión parte de El Cable, en Fuente Dé, a 1.834 m. de altitud, lo que supone salvar un desnivel de 736 m. Lo realmente atractivo de la ascensión de este pico es que ofrece las mejores vistas del Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes), con la Sierra de Cuera y el Mar Cantábrico al fondo.

Miércoles, 26 de abril de 2006. Los trabajos para la reforma y acondicionamiento del futuro supermercado de Posada de Valdeón siguen su curso mientras planifico la constitución de la nueva empresa. Y en medio de toda esta vorágine organizativa, me he tomado un respiro y me voy de ruta con Julio y Laura, que dirigen el Albergue "Ardilla Real" de Santa Marina de Valdeón.

El plan consiste en realizar una ascensión al Pico Tesorero (la segunda en mi caso) con la posibilidad de intentar regresar por el Tiro Casares (2.374 m.) hasta el sedo de La Padierna y Liordes. Tenemos todo el día por delante y hace un sol radiante pero hay mucha nieve, de modo que vamos equipados con crampones y piolet.

Salimos temprano de Posada con dirección a Potes por el Puerto de San Glorio. Vamos con la furgoneta de Julio y Laura porque tienen intención de quedarse una noche en el camping de Potes. De Potes nos dirigimos a Fuente Dé y llegamos justo para coger el primer viaje del Teleférico. A eso de las 10:30 ya estábamos en El Cable (1.834 m.) dispuestos a emprender la marcha. En unas dos horas y media llegamos a los Horcados Rojos (2.344 m.) para tomarnos un respiro antes de acometer la ascensión al Tesorero.

Y allí como siempre comimos en compañia de las Chovas mientras disfrutábamos de las espléndidas vistas del Uriellu y Cuera. En ese momento, un Acentor Alpino se me acercó para intentar comer alguno de los restos de mi bocata, así que aproveché el momento para fotografiar al valiente pajarillo...

Nada más comer comenzamos con la ascensión. Preparamos los crampones pero pronto nos damos cuenta de que no son necesarios: El sol calienta mucho y la nieve está demasiado blanda.

Y en menos de una hora alcanzamos la cumbre del Pico Tesorero. 14 años han pasado desde la primera vez que estuve aquí, con Tato y Alberto, mis primeros compañeros de aventuras por los Picos de Europa; recuerdo perfectamente cada momento de aquella aventura que nos llevaba a atravesar el Macizo Central.

El día es claro y nítido y nos permite ver con claridad todos los puntos del horizonte y analizar la posible ascensión de Torrecerredo, que tenemos justo enfrente.


La cumbre está totalmente cubierta de nieve y tenemos que andar con cuidado; está bastante blanda y la rimaya sobre la que estamos podría romperse con nuestro peso.


Regresamos sin demora por la Cabaña Verónica (2.325 m.). Allí se encontraba su guarda quien nos desaconsejó acercarnos al Tiro Casares; hay mucha nieve pero con este calor se están rompiendo muchas rimayas por la zona y podríamos caer por algún hueco sin fondo. Así que regresamos rápidamente a El Cable para coger el último viaje del Teleférico. Y llegamos justo a tiempo, por muy poco lo perdemos. De haberlo perdido, hubiéramos tenido que bajar por el Sedo de La Jenduda, 800 metros de caída directa, y las fuerzas comenzaban a flaquear.

Ya en Fuente Dé, Julio y Laura cogieron su furgo para irse a Potes y proseguir sus planes. Yo regresé en solitario por la pista que sube a los Altos de Valdeón. Era tarde y estaba agotado, pero tenía que estar al día siguiente en Posada para supervisar los trabajos en el local del supermercado. La subida por la pista se me hizo eterna, pero llegando a la Vega de Valcavao, cuando comenzaba a anochecer un lobo se cruzó por mi camino; no tuve tiempo de coger los prismáticos, corrió por toda la vega hasta esconderse por los piornales.

Cuando llegué a los altos de Valdeón, comencé el descenso directo por el hayedo hasta Santa Marina. En una de las vegas, un grupo de ciervos pastaba tranquilamente sin importarles demasiado mi presencia. Era casi de noche, pero pude verles perfectamente. Y llegando a Santa Marina me crucé con Cepo, el Mastín de Carlos que cuida de sus caballos. Me pegó un buen susto y me advirtió de que esas no son horas para andar por ahí. A las diez de la noche llegué a Santa Marina, saludé a Josefa y Eusebio y cogí el Trepas para regresar a Posada. Llegué literalmente "machacado", pero con la satisfacción de haber disfrutado de una jornada memorable.