martes, 29 de noviembre de 1994

Entre el Torío y el Curueño: Travesías por la Montaña Leonesa.

Hoy hemos depositado en los registros de la Junta de Castilla y León la memoria técnica de los itinerarios didácticos que hemos diseñado para que formen parte del programa de Educación Ambiental que la Junta de Castilla y León pretende implantar y desarrollar en toda la comunidad autónoma. Nuestro proyecto fue uno de los seleccionados y nos han concedido 200.000 pesetas de subvención para que lo lleváramos a cabo.

"En un medio cada vez más sometido a las agresiones del hombre se hace del todo necesaria una Educación Ambiental eficiente que sepa conjugar los valores tradicionales con las nuevas necesidades y el respeto a la naturaleza. Nuestro objetivo es que el presente trabajo colabore en esta tarea ilustrativa, para lo cual hemos escogido un entorno en el que todavía es posible observar un cierto diálogo entre el hombre y la naturaleza. Es tarea de todos que la balanza Hombre - Medio Ambiente se equilibre en el presente para que en un futuro esa mejor comunicación revierta en favor de todos los seres vivos".

Con este prólogo hemos introducido el presente trabajo, basado en el diseño de cinco itinerarios didácticos con los que pretendemos detectar los diferentes problemas medioambientales y buscar soluciones para que podamos mejorar nuestro entorno más cercano. ¿Cuáles son los problemas ambientales con los que nos podemos encontrar a lo largo de estos itinerarios?

- Los incendios forestales.
- Las basuras incontroladas.
- Los vertederos de escombros.
- Los residuos del petróleo.
- El abandono de las explotaciones mineras.
- La sobre-explotación de los bosques.
- Las repoblaciones masivas con especies foráneas.
- El furtivismo.
- La sobre-explotación de los terrenos con fines agrícolas.
- El sobrepastoreo.

Intentaremos demostrar cómo funcionan los ecosistemas y sensibilizar acerca de cómo alteran estos problemas el funcionamiento del Medio Ambiente, desarrollar un sentido de la responsabilidad y tomar conciencia para evitar que esto siga sucediendo. Hay problemas ecológicos que se escapan de nuestras manos y que necesitan de una mayor colaboración de toda la sociedad en conjunto, por ello es fundamental que mantengamos siempre una actitud constructiva hacia el respeto al Medio Ambiente y promocionarlo lo máximo posible dentro de nuestro círculo social.

Los itinerarios que hemos desarrollado son:

- ITINERARIO 1: Aviados - Valdorria.
Distancia: 8 km.
Desnivel: 380 m.
Duración: 4 horas.
Dificultad: Moderada.
Calidad del Paisaje: Muy buena.
Localidades: Aviados, Correcillas y Valdorria.
Lugares de Interés: El casco rural de Correcillas y la Ermita de San Froilán.
Descripción: Partimos del pueblo de Aviados, a 3 km. de La Vecilla, con dirección oeste por un camino que conduce a las minas y que asciende poco a poco a través de un rebollar hasta una loma desde donde asoma el Pico Correcillas. Pasamos por varias escombreras de las minas y llegamos a un collado desde donde bajamos al pueblo de Correcillas. Salimos del pueblo en dirección este y subimos hasta un collado que nos abre hacia la nueva vertiente. Desde allí parte un sendero que gira hacia la izquierda y atraviesa unas peñas desde donde ya se distingue Valdorria y la Peña de San Froilán con la ermita encañonada en la roca.

- ITINERARIO 2: La Mata de la Bérbula - Nocedo de Curueño.
Distancia: 4 km.
Desnivel: 100 m.
Duración: 2 horas.
Dificultad: Baja.
Calidad del Paisaje: Buena.
Localidades: La Mata de la Bérbula, Valdepiélago, Montuerto y Nocedo de Curueño.
Lugares de Interés: Puente Medieval de Valdepiélago, La Cascada de Nocedo y las ruinas de la fortaleza de Montuerto.
Descripción: Partimos del pueblo de La Mata de la Bérbula, situado a un kilómetro al norte de La Vecilla. Bajamos por la carretera al pueblo vecino, Valdepiélago, que recorremos hasta cruzar el río Curueño por el puente medieval hasta dar con un camino rural que conduce hasta Montuerto. Desde Montuerto salimos por la carretera para visitar la impresionante Cascada de Nocedo, que vierte las aguas que nacen de la Peña de Valdorria. Una vez visitada la cascada regresamos a Montuerto y continuamos por el camino rural hacia Nocedo de Curueño, pero antes podemos subir por una senda que parte por la izquierda hacia los restos de una antigua fortaleza medieval.

- ITINERARIO 3: Ruta de Las Tolibias.
Distancia: 9 km.
Desnivel: 250 m.
Duración: 5 horas.
Dificultad: Moderada.
Calidad del Paisaje: Muy buena.
Localidades: Tolibia de Abajo, Tolibia de Arriba, Arintero y La Braña.
Lugares de Interés: Puente romano sobre el Río Curueño, Trasvase Curueño-Porma.
Descripción: Partimos del pueblo de Tolibia de Abajo con dirección a Tolibia de Arriba por un sendero que asciende paralelo a la carretera. Al entrar en Tolibia de Arriba llegamos a una plazoleta con una fuente y tomamos el camino que sale por la derecha y que nos conduce al cementerio. El camino sale del pueblo y sube zigzagueando hasta un collado desde donde se divisa el Macizo de la Forqueta. Después de bajar el collado el camino bordea un pinar de repoblación y llega al pueblo de Arintero. Desde Arintero bajamos por la carretera hacia La Braña y continuamos hasta llegar al cruce con la carretera de las Hoces de Nocedo, pudiendo cruzar el Río Curueño por un espléndido puente romano muy bien conservado siguiendo los restos de una antigua calzada romana.

- ITINERARIO 4: Valverdín - Alto de Las Campas.
Distancia: 7 km.
Desnivel: 220 m.
Duración: 4 horas.
Dificultad: Baja.
Calidad del Paisaje: Buena.
Localidades: Valverdín, Almuzara y Cármenes.
Lugares de Interés: El casco rural de Cármenes.
Descripción: Partimos del pueblo de Valverdín, en la Cuenca Alta del Río Torío. Desde el pueblo sale un camino vecinal que lo comunica directamente con Almuzara. Desde Almuzara continuamos por carretera hasta Cármenes. Recorremos el pueblo y salimos de él por la carretera de la izquierda; poco después se mete un camino por la derecha que discurre paralelo a la carretera hasta llegar al Alto de Las Campas pasando antes por numerosas canteras abandonadas.

- ITINERARIO 5: Matallana - Felmín.
Distancia: 8 km.
Desnivel: 80 m.
Duración: 2 horas.
Dificultad: Baja.
Calidad del Paisaje: Excelente.
Localidades: Matallana, Vegacervera y Felmín.
Lugares de Interés: El Puente Medieval de Vegacervera, las Hoces de Vegacervera y las Cuevas y el Mirador de Valporquero.
Descripción: Se trata de un recorrido que discurre por la carretera de Cármenes, partiendo de Matallana y pasando por Serrilla, Vegacervera y Felmín. Entre Vegacervera y Felmín recorremos las impresionantes Hoces de Vegacervera, y desde Felmín podemos subir a Valporquero para visitar sus famosas cuevas y disfrutar de las panorámicas que ofrece su mirador.

Con estos itinerarios como referencia hemos hecho un estudio detallado de la fauna, la flora, los ecosistemas y la geomorfología de la zona; hemos analizado su población y poblamiento, su economía, su cultura y sus tradiciones; hemos señalado las prácticas que conducen al deterioro del Medio Ambiente analizando el estado de los ríos y de los montes; y proponemos posibilidades que compatibilicen el desarrollo económico de la zona con la protección del Medio Ambiente.

sábado, 24 de septiembre de 1994

Ascensión al Pico Bodón (1.957 m.).

Al norte de León, en tierras donde antaño vivieron los astures, al final de las Hoces del Río Curueño se alza magestuoso El Bodón (1.957 m.), una de las montañas más altas del Alto Curueño.

"En la comarca de Los Argüellos, los pueblos más norteños, los más puros, esos pueblos donde el aire se mezcla con la serranía, donde el pasto es el sustento y el pastor el amo. La Braña, La Dama de Arintero, Las Tolibias, nombres con solera, pueblos donde la historia se funde con la leyenda".



Mi amigo Alberto escribió estas palabras para referirse a la Ruta de las Tolibias que estamos diseñando como uno de los Itinerarios Didácticos que formarán parte de nuestro proyecto de Educación Ambiental subvencionado por la Junta de Castilla y León. Se trata de un circuito circular que recorre las dos Tolibias (Tolibia de Abajo y Tolibia de Arriba), Arintero y La Braña para llegar de nuevo al Curueño por el Puente del Villarín.

Desde Tolibia la silueta del Bodón es imponente, un macizo calizo que se parece mucho a cualquiera de los Picos de Europa. Cuando lo vi por primera vez desde Tolibia me dije a mí mismo que no tardaría mucho en subirlo.

Y así ha sido, he llamado a mi amigo Raúl que ya ha subido conmigo a Peña Ubiña y al Susarón, y le he convencido para que me acompañe al Bodón. Hemos dejado el Fura en el pueblo de Valverde para subir el Bodón por la vertiente sur a través del Collado de Valverde, muy accesible desde el pueblo. No hay senda ni hitos ni ninguna señal que indique el camino, nos guiamos exclusivamente de las referencias visuales caminando por donde podamos. Hay mucho pedrero que tenemos que evitar porque la roca está muy suelta y el paso es muy inestable.

En cuanto llegamos al Collado de Valverde ya se divisa la panorámica de la vertiente norte desde donde se ve todo el valle del Alto Curueño con su capital Lugueros.



Desde el collado la subida al Bodón es ya muy sencilla, no hay más que seguir subiendo por la crestería. La cumbre es visible en todo momento.

Divisamos una gran cueva en la vertiente norte que no dudaremos en visitar en cuanto bajemos de la cumbre, parece que una senda conduce hasta ella. Pero antes vamos a coronar la cumbre, esa última trepada promete ser interesante.

Finalmente hemos alcanzado la cumbre después de dos horas escasas de ascensión. A la Ubiña y al Susarón no llevamos cámara, pero en esta ocasión no se nos ha olvidado y podemos dejar constancia con estas dos instantáneas.



Pero las nubes que se están acumulando sobre nuestras cabezas no nos gustan nada, no estamos en el lugar más apropiado para que nos caiga una tormenta de verano, así que emprendemos el descenso antes de que sea demasiado tarde.


martes, 16 de agosto de 1994

Murallón de Amuesa (Aproximación a Torre Cerredo).

Torre Cerredo con sus 2.648 metros es la montaña de mayor altitud de los Picos de Europa, de la Cordillera Cantábrica y también del todo el noroeste peninsular, estando enclavada en el Macizo Central de los Picos de Europa o Macizo de los Urrieles, en la divisoria de las provincias de León y Asturias. Su cima, con un desnivel de más de 2.200 metros sobre el río Cares, el más acusado de la Península Ibérica, posee unas magnificas vistas del Macizo Occidental y de las canales que vierten sobre la garganta del Cares.

Su lejanía y difícil acceso en lo más alto del Macizo de Los Urrieles la convierten en la montaña más inaccesible de los Picos, motivo por el cual pasó desapercibida para los locales durante mucho tiempo, y todavía hoy este hecho sigue exigiendo un soberano esfuerzo por parte de quienes pretenden alcanzar su cima.

Esta temporada mi hermana Laura vuelve a trabajar en el Parque Nacional, pero esta vez en la vertiente asturiana. Ricardo, Carlos y yo no queremos dejar que pase este verano sin organizar otra de nuestras grandes aventuras por los Picos de Europa y hemos pensado en aproximarnos los máximo posible a Torre Cerredo. Disponemos de cuatro días, dos para la aproximación y otros dos para el descenso, y hemos pensado que quizás la forma más accesible de llegar sería subir desde Bulnes por la Canal de Amuesa y ascender por la Cuesta del Trabe hasta el Refugio Jose Ramón Lueje, que sirve de base para las ascensiones al Pico de Los Cabrones y a Torre Cerredo.

Hemos quedado con Laura en Valdeón pero lo primero que nos ha dicho es que el lunes tiene que trabajar. Por un momento nos hemos replanteado la expedición porque ahora disponemos de dos días en lugar de cuatro y no creemos que podamos llegar en tan poco tiempo. No obstante Laura está dispuesta a regresar ella sola cuando fuese necesario sin que nosotros tengamos que alterar nuestro programa.

Partimos el viernes por la tarde desde Caín para dirigirnos a Culiebro. Allí tenemos pensado pasar la primera noche al raso en algún remanso del Río Cares y continuar al día siguiente por la Senda del Cares hasta Poncebos.

Llevamos todo el equipamiento necesario para acampar repartido entre todas las mochilas. Tenemos por delante más de dos mil metros desnivel, va a ser una ascensión durísima, la más dura que hayamos realizado. Recuerdo perfectamente la Canal de Amuesa, hace muy poco que bajé por ella y solo pienso en lo duro que va a ser subirla con este calor y esta humedad.

Encontramos un ribazo al lado del río que resultó ser espléndido para pasar la noche, no fue necesario ni montar la tienda, pasamos la noche con los sacos extendidos y nos dormimos contemplando el cielo estrellado entre los dos murallones del Desfiladero del Cares.
Al día siguiente retomamos la senda muy temprano y llegamos a Poncebos poco antes de que empezasen a llegar los turistas. Cruzamos el Puente de La Jaya sobre el Río Cares y subimos por la Canal del Tejo hacia la aldea de Bulnes. En algo menos de una hora llegamos al Puente Colines, que cruza el río para subir al Barrio del Castillo (Bulnes de Arriba). Poco a poco vamos ganando altura hasta que llegamos a la Canal de Amuesa donde comienza la subida más dura y pendiente.

El calor y la humedad relativa hace que suframos lo indecible a cada paso de la ascensión. Los últimos metros de la canal se hacen eternos, parece que nunca vamos a llegar. Cuando por fin hallamos la fuente sabemos que estamos a punto de alcanzar la majada.

Llegamos al Collado Cima (1.386 m.) más o menos a media tarde. Ha sido una ascensión de más de 1.100 metros de desnivel y estamos reventados y sin fuerza alguna para continuar la ruta hacia la Cuesta del Trabe. Decidimos montar campamento en la majada y pasar allí la segunda noche.

Al día siguiente amanece con la típica niebla que se mete por la Garganta del Cares hasta que se disipa luego con el calor. Nos levantamos muy temprano y preparamos el desayuno antes de desmontar el campamento. Mientras recogemos el material debatimos qué hacer durante la jornada que tenemos por delante. La niebla comienza a desaparecer y podemos ver justo enfrente la Majada de Ostón.

No nos faltan ganas, pero si subimos por la Cuesta del Trabe luego no nos quedaría tiempo para descender y regresar a tiempo para que Laura pueda incorporarse a su trabajo. Ella nos anima para que continuemos con nuestro programa aprovechando que tenemos tiempo pero finalmente lo hablamos entre todos y decidimos acompañarla.

Eso sí, les dije que descendiéramos por la Canal de Piedra Bellida hacia el Pando Culiembro para que conociesen y disfrutasen de las espectaculares vistas desde el Collado Cerredo.

Cuando pasé por aquí el mes pasado no pude ver esta vista tan espectacular por estar todo cubierto por la niebla. Pero hoy es muy diferente, tenemos justo delante la impresionante Canal de Mesones con la Torre Santa al fondo. También se ve la Bermeja y las Torres de Arestas. Poco antes de meternos de lleno en la Canal de Piedra Bellida pudimos ver el Valle de Valdeón y la Cuesta Duja.

Finalmente llegamos de nuevo a Culiembro donde aprovechamos para darnos un refrescante baño en las gélidas aguas del río Cares.

Aunque no hemos cumplido con nuestro objetivo, que era llegar al menos hasta la base de Torre Cerredo, sí que hemos hecho completa la ruta circular que bordea el Murallón de Amuesa. Finalmente acompañamos a Laura y pasamos la noche en la casa que acaba de alquilar en la aldea de Bada, muy cerca de Cangas de Onís.

Aprovechando su día de trabajo subimos con ella a los Lagos de Covadonga y con su uniforme del parque nos acompañó hasta la Vega de Ario para que regresáramos Carlos, Ricardo y yo por la Canal de Trea.

domingo, 7 de agosto de 1994

Ascensión al Pico Susarón (1.879 m.).

Por la Ruta del Porma y el Embalse de Vegamián se levanta a espaldas del despoblado Camposolillo una soberbia montaña que dio nombre a una de las más famosas y relamidas novelas del costumbrismo provincial: "Susarón", escrita por el canónigo astorgano Jose María Goy en 1919. No es que sea una montaña muy elevada e importante, pero su especial silueta y su carácter solitario la convierten en una de las montañas más bonitas de la cordillera.

La expropiación forzosa de los terrenos de Camposolillo para la inundación del Valle de Vegamián por culpa de la construcción del Embalse del Porma obligó en los años sesenta al abandono irreversible del pueblo, pero las aguas del pantano nunca llegaron a cubrirlo del todo pasando a ser propiedad de la Confederación Hidrográfica del Duero. Desde entonces se han realizado numerosos proyectos para intentar recuperar el pueblo pero ninguno de ellos ha cuajado hasta la fecha.

El fin de semana pasado subí nada menos que la Peña Ubiña acompañado de mi viejo amigo Raúl. Y hoy domingo hemos hecho lo propio con la Peña Susarón, mi montaña favorita, la que me enganchaba cuando era niño mientras mi padre nos llevaba a esquiar a San Isidro; en cuanto llegábamos a Boñar le preguntaba a mi padre: "¡Papá, dónde esta el Susarón!", y nada más asomarnos a la presa del embalse del Porma me decía: "Ahí lo tienes". No la quitaba el ojo de encima mientras cruzábamos el embalse preguntándome una y otra vez: "Cómo se subirá esta montaña, cómo me gustaría estar allí arriba...". Pues hoy aquel sueño se ha hecho realidad.

Hemos llegado temprano y hemos aparcado el Fura cerca del Puente de San Tirso, en Redipollos. Esta vez vamos mejor equipados que la semana anterior; le he dejado a Raúl unas chirucas y llevamos en la mochila unos buenos bocatas junto con la cantimplora y los prismáticos. Nos disponemos a subir a lo largo de la crestería de la peña, confiando en no encontrarnos con demasiados obstáculos. Al principio hay que hacer una pequeña trepada pero rápidamente cogemos la cresta y no hay más que subir y subir. No hay senda alguna ni marcas ni hitos que indiquen la subida, tan solo hay que fijarse en la cumbre y dirigirse hacia ella.

Pero el calor es sofocante y el sol abrasa, en una de las paradas bebimos de la cantimplora y caí en la cuenta: No habrá agua suficiente para los dos y por supuesto no encontraremos ningún manantial en toda la peña. Tenemos que racionar el consumo de agua porque la ascensión será larga y el calor va a ser insoportable.

Las botas se agarran con firmeza a la caliza y subimos buena parte de la montaña sin problemas, pero al llegar cerca de la cumbre tuvimos que descender por la cara norte para sortear un cortado de varios metros por donde era imposible pasar. Hasta allí llega la enorme brecha que asciende por la cara sur siguiendo una vía de ascensión que procede de Camposolillo. Los últimos cien metros de ascensión requieren de una buena trepada por la roca.

Alcanzamos cumbre más o menos a la hora de comer. Las vistas son increíbles, se ve todo el embalse del Porma, Mampodre, los Picos, se ve incluso la Meseta Castellana a través de todo el Valle del Porma. Hace mucho calor, nos quitamos las camisas, sacamos los bacatas y apuramos las últimas gotas de agua de la cantimplora. Después de comer nos tiramos en la roca para dormir una siesta placentera hasta que nos despertó el rugido de las alas de un buitre que sobrevolava la cumbre. Nos dio un buen susto, pero la imagen de aquel enorme buitre fue bestial. Estuvimos siguiéndole la pista hasta que se posó en una roca y pudimos verlo de cerca con los prismáticos.

De regreso bajamos rápidamente hacia Redipollos a donde llegamos con claros síntomas de deshidratación. La piscina del pueblo estaba a revosar de gente, entramos en el bar y pedimos un par de cervezas. Un paisano del pueblo nos había visto durante el descenso y no dudó en acercarse a nosotros para decirnos: "¿Pero cómo se os ocurre subir al Susarón con este calor?".


domingo, 31 de julio de 1994

Ascensión a Peña Ubiña (2.417 m.).

Peña Ubiña es una montaña estética, triangular por todas sus caras, que sobresale altiva en la Cordillera Cantábrica. Por su independencia, majestuosidad y sus 2.417 m. de altitud ofrece dilatadas panorámicas que la convierten en uno de los puntos neurálgicos del montañismo leonés y asturiano. Jose Ramón Lueje escribió infinidad de artículos sobre esta montaña de la que fue un ferviente enamorado y confeccionó el primer mapa del Macizo de la Ubiña.

La ascensión a esta montaña tan emblemática de la cordillera ha surgido de la manera más improvisada posible, convirtiéndose además en mi primera ascensión fuera de los Picos de Europa.

Un domingo, como otro cualquiera, llamo a mi amigo Raúl y le digo que me acompañe para pasar una jornada montañera por algún lugar cercano todavía sin determinar. No llevamos equipamiento alguno, ni comida, ni agua, nada, tan solo nuestras ganas de aventura y de soltar adrenalina. Tampoco llevamos la cámara de fotos por lo que no puedo ilustrar esta crónica con imágenes reales de nuestra expedición.

Salimos temprano, con el Fura, en dirección al Puerto de Pajares. En Villamanín paramos a desayunar en la Casa Ezequiel, parada obligada cuando íbamos a esquiar con mis padres a Pajares. Sacamos el mapa de carreteras y decidimos bajar el puerto hasta Campomanes para luego adentrarnos en el Valle del Huerna. La carretera discurre a lo largo de unos 20 kilómetros por parajes realmente sorprendentes, pasando por hermosos pueblos como Telledo o Riospaso. Finalmente nos deja en el pueblo de Tuiza de Arriba, donde termina la carretera y parte una pista sin asfaltar que llega al Puerto de La Cubilla.

Como todo esto es nuevo para nosotros decidimos aparcar el coche en Tuiza y darnos una vuelta por el pueblo. Un paisano nos recomienda que subamos por la senda hasta la Vega del Meicín, a 1.549 m. de altitud donde se encuentra un refugio que sirve de base para las ascensiones a Peña Ubiña.

En menos de una hora llegamos al refugio. Bebimos agua en su fuente y nos acercamos a ver la laguna que se encuentra en el fondo de la vega, pero yo no quito la vista del Alto Terreros y me pregunto qué panorámica podría ofrecernos aquel collado. Miro el reloj y le digo a Raúl: "¿Qué te parece si subimos hasta allí arriba?". Dicho y hecho. Casi sin darnos cuenta nos plantamos en el collado situado a 1.892 metros de altitud. Las vistas son magníficas, miremos por donde miremos, lástima no haber traído la cámara. De vez en cuando echo un vistazo al reloj para calcular el tiempo necesario para nuestro regreso, es media tarde, no podemos demorarnos mucho.

Pero me resisto a que este sea el final de nuestra aventura. Raúl no lleva en los pies más que unas simples deportivas viejas y maltrechas, es la primera vez que se mete en terreno montañoso, no está acostumbrado a este tipo de andurriales, él es más de llanuras extensas salpicadas de pequeños cerros con algún castillo medieval. Pero estoy viendo la cumbre de la mismísima Peña Ubiña a tiro de piedra, apenas me separan de ella 500 m. de desnivel. Le digo a Raúl que me espere por el collado o que vaya bajando si quiere mientras yo trepo por la peña hasta intentar alcanzar la cumbre.

Cuando llego a la mitad de la ascensión miro hacia atrás y me encuentro al terco de mi amigo agarrándose como puede a las rocas para intentar seguirme. Le hago gestos para que desista en su empeño pero no consigo nada. Finalmente decido esperarle y trepamos los dos juntos los últimos metros de la montaña; las ganas de alcanzar la cumbre nos da fuerzas sobrehumanas; cuando vimos asomar el vértice geodésico no nos lo podíamos creer. ¡Estamos en la cumbre de Peña Ubiña!

Nos asomamos a la vertiente oeste del macizo y nos quedamos impresionados de la caída. También la vista de los cercanos Picos del Fontán es impresionante. Y hay una placa en la que figuran unas escrituras en memoria de unos montañeros accidentados y muertos durante una ascensión invernal a la montaña. Pero no tenemos más tiempo, es tarde y me preocupa el descenso, el calzado de Raúl no es apropiado para andar por aquí y me siento responsable de su seguridad. Si su madre se entera que lo he traído hasta aquí me mata.

Ha sido una experiencia increíble y totalmente improvisada que me ha servido para darme cuenta de que existen otras muchas montañas realmente interesantes fuera de los Picos de Europa. Para Raúl también ha sido toda una experiencia inolvidable y está dispuesto a repetirla cuanto antes.
Ok, la próxima: El Susarón.

domingo, 10 de julio de 1994

Travesía de Picos al Mar Cantábrico.

Entre los Picos de Europa y el Mar Cantábrico se extiende a lo largo de unos 30 km. un cordal montañoso paralelo cuyo origen geológico es el mismo que el de los Picos de Europa. Se trata de la Sierra de Cuera, una pequeña cordillera muy singular que proporciona vistas incomparables de los tres macizos de los Picos de Europa y de la costa oriental de Asturias. Su punto culminante es el Cerro Turbina, de 1.315 m. de altitud.

Lo propio este año hubiera sido planificar una travesía por el Macizo Oriental de los Picos de Europa, sin embargo nos hemos decantado por hacer una aventura mucho más emocionante: Caminar a pie desde Valdeón hasta la costa del Mar Cantábrico cruzando los Picos de Europa y la Sierra de Cuera. En línea recta no hay mucha distancia, el mayor reto es atravesar ambos accidentes geográficos, y calculamos que en cuantro jornadas podríamos lograrlo.

Jornada 1: Caín - Majada de Amuesa (5 de julio de 1994).

Este año Tato no ha querido perderse la aventura y se ha unido a la propuesta, al igual que Oscar, el mismo que nos acompañó a Alberto y a mí en la travesía del año pasado. También nuestro viejo amigo Raúl (Morgan) se ha decidido a venir a pesar de su poca experiencia en el mundo de la Montaña.

Nos llevamos todo el equipo de acampada repartido entre las cinco mochilas, junto con ropa y comida suficiente para las cuatro jornadas de la travesía.

Anoche montamos la tienda en las proximidades de Caín después de bajar de Posada de Valdeón. Llevamos una tienda de campaña apta para cuatro personas, pero nos hemos metido los cinco como hemos podido, aunque hemos dormido con ciertas incomodidades.

Levantamos el campamento con las primeras luces del día y comenzamos a caminar por la Ruta del Cares hasta Culiembro, donde se inicia la ascensión al Murallón de Amuesa. En Culiembro llenamos las cantimploras y revisamos el equipo antes de iniciar la ascensión.



Tenemos delante los interminables zig-zag's de la senda que sube por el Pando Culiembro hacia la Canal de Piedra Bellida. He pasado varias veces por Culiembro y en todas ellas me he fijado en esta senda que va a parar al Collado Cerredo con la inquietud de saber cuándo podría subir por allí. Es una de las vías de ascensión a Torrecerredo.


Nada más bajar al río Cares nos hemos encontrado con un gran problema: El puente que lo cruza está totalmente destruído, por lo que hemos tenido que buscar el mejor lugar para poder cruzarlo a pie con seguridad. Es bastante arriesgado, porque las aguas además de heladas bajan muy torrenciales, y no resulta nada fácil cruzarlo descalzos y porteando mochilas tan pesadas. Al final hemos podido cruzarlo con las aguas por encima de las rodillas, todos menos uno: Raúl ha sido incapaz de mantener el equilibrio. Hemos intentado ayudarle, varias veces, pero ha sido imposible. Al final nos quedamos los cuatro mirándole al otro lado del río sin saber muy bien qué decirle mientras él se ataba las botas para regresar por donde vino.

Mientras subíamos por el Pando Culiembro no parábamos de preguntarnos si habíamos obrado correctamente con Raúl, él insistió en que no suspendiéramos la travesía por su culpa, pero verle regresar por la otra ladera a él sólo fue muy duro para nosotros. Subimos todo el tiempo sin quitárnoslo de la cabeza.

Poco después de meternos en la Canal de Piedra Bellida ha subido la niebla y nos ha impedido ver cualquier tipo de referencia para evitar perdernos, pero por suerte la senda está bien marcada y cuando no lo está hay bastantes hitos bien localizados. Pero poco antes de llegar al Collado Cerredo a mí me dió una pájara de escándalo; estábamos trepando con las manos heladas agarrándonos a las hierbas mojadas en una gran pendiente y envueltos en una espesa y húmeda niebla. Me dieron temblores en las piernas y tuve que parar a descansar y comer algo, necesitaba energía pura para poder seguir.

Finalmente llegamos a lo más alto de Amuesa y caminamos por la senda hasta llegar a la Majada del mismo nombre. La localizamos gracias al sonido del los cencerros de las vacas, porque no se veía absolutamente nada. Nos hizo mucha gracia ver que los responsables de aquel ganado era una pareja de muchachos cuya edad no debía superar los doce años, parecían Heidi y Pedro. Les preguntamos por una fuente y nos indicaron el camino, a unos cincuenta metros bajando por la canal de Amuesa hacia Bulnes. En cuanto localizamos en arroyo buscamos una vaguada y acampamos. Como hacía tanto frío nos cambiamos de ropa y nos metimos los cuatro en la tienda para calentar con el hornillo un buen plato de espaguettis. Antes de dormir escribimos en el diario de ruta unas palabras dedicadas a nuestro compañero Raúl: "Hoy hemos sufrido una baja, Raúl ha tenido que avandonar la expedición; pero ahora vamos a domir los cuatro en la tienda de puta madre...".

Jornada 2: Majada de Amuesa - Arangas de Cabrales (6 de julio de 1994).

Nos espera una larga jornada en la que tenemos que cubrir buena parte de la distancia que nos separa del Mar Cantábrico, además de tener que descender más de mil metros de altitud hasta Bulnes y Poncebos.

Nos levantamos todavía con niebla, todo estaba empapado, la tienda, las mochilas, las botas, la ropa... todo empapado de la humedad. Comenzamos a descender por la Canal de Amuesa sin perder la senda, la única referencia que teníamos para llegar sin perdernos a Bulnes.

Cuando estábamos a punto de llegar al Barrio de Arriba la nieba comenzó a disiparse y nos permitió ver entera la Canal del Tejo, por donde teníamos que bajar hacia Poncebos.

Poco antes de cruzar el Puente de la Jaya sobre el río Cares, buscamos un rincón para echarnos un rato a comer y descansar lejos del bullicio que se ve en la Ruta del Cares. Después caminamos ya por carretera hasta Arenas de Cabrales, donde aprovechamos para comprar nuevas provisiones. Seguimos caminando por la carretera que sube a Peñamellera hasta llegar a la villa de Arangas. Buscamos un buen lugar donde acampar pero la temperatura era muy agradable y descubrimos que la iglesia del pueblo tenía un gran pórtico donde podíamos pasar la noche resguardados sin necesidad de montar la tienda. Le compramos fruta a un frutero ambulante, cenamos mientras se metía el sol e improvisamos una pequeña ducha portátil para asearnos antes de dormir.

Jornada 3: Arangas de Cabrales - Acebal (7 de julio de 1994).

Tenemos enfrente de nosotros un gran murallón montañoso de más de 600 metros de desnivel, la Sierra de Cuera. Desde aquí no se ve el Turbina, pero según el mapa lo veremos en cuanto alcancemos los mil metros de altitud. Hemos dormido estupendamente bajo el pórtico de la iglesia, a nadie del pueblo le ha parecido mal que hubiéramos pasado allí la noche, más bien todo lo contrario, un vecino vino a vernos y nos preguntó si necesitábamos algo. Aprovechamos para preguntarle el mejor camino para subir al Turbina.

El día está espléndido, un sol brilla intenso y el aire está limpio y nítido, nada parece indicar que vayamos a sufrir otra vez las inclemencias de la niebla. La senda de la que nos habló el cabraliego de Arangas se pierde y se bifurca constantemente, de modo que decidimos olvidarnos de buscar sendas y veredas y optamos por subir directamente a pesar de la pendiente. En cuanto llegamos al alto de la sierra pudimos contemplar la panorámica que veníamos buscando: Los tres macizos de los Picos de Europa.


Ahora vendría la segunda parte. Creíamos que nos íbamos a encontrar el Mar Cantábrico en cuanto nos asomáramos a la otra vertiente. Pero nada de eso. La otra vertiente estaba todavía muy lejos, y tuvimos que caminar un largo trecho hasta que dimos con el Turbina. No hay sendas ni veredas ni hitos ni rastro de nada más que rocas, dolinas, vaguadas y simas. Sólo podemos guiarnos de nuestra intuición, pero somos cuatro, y en estos casos es inevitable que surgan discrepancias. Así ocurrió con Tato, empeñado en ir en una dirección con la que el resto no estábamos de acuerdo. Al final logramos un consenso y alcanzamos el cerro. Lástima que al otro lado estuviera todo cubierto por las nubes.




Ha sido un chasco no poder ver la costa desde aquí, se ve el mar, sí, pero mucho más allá de las nubes. En la cumbre del Cerro Turbina paramos a comer y pudimos disfrutar de un paisaje sin igual.

Tras el Turbina comenzamos a descender por la ladera norte hasta que comenzaron los problemas...
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Lo primero fue quedarnos sin agua. El calor era sofocante y desde Arangas no habíamos encontrado ni rastro de agua. Lo segundo fue que seguíamos sin encontrar ningún camino o senda. Y lo tercero, que cuando pensábamos que al otro lado de la colina veríamos la costa, nos encontrábamos con otra colina, y otra detrás, y otra... Pero lo peor era la sed terrible que estábamos pasando, estábamos deshidratados y desesperados por encontrar agua.

Por fin encontramos a un ganadero y le preguntamos dónde podríamos encontrar agua; nos habló de una cueva con un manantial de aguas frescas y cristalinas, pero sus explicaciones sobre su localización nos parecieron tan incomprensibles que al final se decidió a acompañarnos.

Después de repostar las cantimploras seguimos caminando hasta que por fin dimos con el último valle y la última colina antes de llegar a la costa.



Comenzamos entonces a sufrir las consecuencias de caminar durante tantas horas por un terreno tan impredecible: Aparecieron las primeras ampollas en los pies. En cuanto llegamos al fondo del valle encontramos un río y no dudamos en quitarnos la roma y zambullirnos en sus aguas para quitarnos el sudor de todo el día. Nos bañamos en pelotas y lo pasamos a lo grande chapoteando y gritando "¡Escándalo Púbico!"...

Caminamos un poco más en busca de una buena pradera para acampar y llegamos al Acebal, muy cerca de la carretera nacional de Santander, donde encontramos un rincón muy confortable bajo unos árboles. Allí montamos la tienda y nos acercamos a un bar del pueblo antes de irnos a dormir. Casi no podíamos caminar por el dolor de las ampollas.

Jornada 4: Acebal - Llanes (8 de julio de 1994).

La peor parte se la ha llevado Oscar, en cuanto nos ha enseñado las plantas de sus pies no hemos podido hacer otra cosa más que santiguarnos. Además, antes de levantar el campamento hemos desayunado y a él le ha tocado una babosa que se había metido en el cartón de leche.

Pero la jornada de hoy no tiene más complicación que caminar por carretera hasta Llanes, acampar en el Camping e irnos directos a la playa para disfrutar de un merecido descanso esparcidos en la arena.

En cuanto llegamos a Llanes alzamos la vista atrás y nos quedamos contemplando la sierra que acabábamos de cruzar con el Turbina todavía cubierto por la niebla.


Buscamos un teléfono público y llamamos a nuestras familias para comunicarles que habíamos llegado sanos y salvos. En el caso de Oscar sus padres decidieron venir a buscarle en coche. Tato, Alberto y yo optamos por quedarnos un día más en Llanes para descansar antes de regresar a Valdeón por la Senda del Cares.


Al día siguiente nos metimos en un bar de Llanes para ver el partido de la semifinal del Mundial de Fútbol entre España e Italia, y sufrimos viendo cómo Italia nos mandaba a casa despues de jugar un partido excepcional.